domingo, 24 de octubre de 2010

La Biblia, Palabra de Dios


La Biblia, Palabra de Dios


OBJETIVO GENERAL

Comprender qué es y qué función tiene la Biblia en la vida de la comunidad creyente.


OBJETIVOS PARTICULARES

1.- Caer en la cuenta del papel que actualmente juega la Biblia en nuestra fe y en nuestra tarea de catequistas.

2.-Comprender qué quiere decir que la Biblia es Palabra de Dios.

3.-Conocer cómo se fue elaborando el texto bíblico y el alcance de conceptos fundamentales tales como “historia de la salvación”, “canon” e “inspiración”.

4.-Comprender la verdad de la palabra bíblica.


ASPECTOS CLAVE DEL TEMA


Dios nos habla a través de la vida. Allí está su palabra y para comprenderla acudimos a la experiencia de otros creyentes anteriores a nosotros.
Esta experiencia de creyentes a la búsqueda del Dios que habla en la vida la encontramos en la Biblia.
Este conjunto de libros que llamamos Biblia está entretejido por las experiencias personales y comunitarias de un pueblo concreto, el judío, a lo largo de más de mil años. Por eso refleja la evolución y mentalidad típicas de un periodo tan amplio y tan distante en el tiempo.
En la Biblia están tratados todos los problemas profundos que atañen al ser humano. Por eso, acudir a él y hacerlo con los instrumentos adecuados para su comprensión, se revela como una tarea fundamental para el catequista.








Durante muchos siglos la Biblia ha sido un libro lejano, por no decir casi desconocido, para casi todos los cristianos. Hasta hace no demasiados años, incluso la lectura que se proclamaba de la misma en la Eucaristía se proclamaba en latín, lo que hacía incomprensible los pocos espacios que el fiel cristiano disponía para escuchar la Palabra. Resulta paradójico cómo siendo uno de los pilares fundamentales de la nuestra fe, la mayor parte de los creyentes anteriores a nosotros jamás la han tenido entre sus manos. Nadie tampoco la echaba de menos, puesto que la palabra sagrada tenía otras muchas formas (aunque eso sí, indirectas) de llegar al pueblo fiel
Afortunadamente el panorama ha cambiado en el último medio siglo. Desde el Concilio Vaticano II la Iglesia ha intentado toda una “recuperación” de la Biblia para los creyentes. La primera fuente de conocimiento ha sido la proclamación de las lecturas en la lengua vernácula durante la eucaristía. Por otra parte, distintos cursos, manuales, encuentros, etc. han intentado hacer que sea un libro familiar entre nosotros. Ciertamente hemos superado esa distancia de otros siglos, pero en nuestra tarea de catequistas más de una vez tenemos la sensación de que no manejamos y comprendemos la Biblia como desearíamos en aras de una mejor exposición del misterio cristiano. Varios son los indicios que nos hacen llegar a esa conclusión:

 Lo más conocido de la Biblia para nosotros es la vida y palabra de Jesús recogida en los evangelios. Del resto del Nuevo Testamento (Hechos, Cartas y Apocalipsis) apenas tenemos en la memoria unos cuantos episodios.
 Fuera de unos cuantos relatos muy célebres, el Antiguo Testamento sigue siendo el gran desconocido para nosotros. La mayoría de las veces que lo escuchamos en la Misa apenas entendemos nada.
 En uno como en otro Testamento, muchos textos apenas nos dicen nada.. Unas veces no sabemos muy bien lo que dicen y por qué lo dicen. Otros nos presentan unos episodios que, al no conocer el contexto, nos dejan indiferentes. Y no faltan aquellos pasajes en los que se nos presenta a un Dios totalmente distinto a cómo nos enseñó Jesús.
 También encontramos a veces ideas bíblicas que parecen entrar en conflicto con la mentalidad científica actual, de tal manera que nos dejan la impresión de que creer en lo que dice la Biblia sería negar lo que la ciencia ha demostrado desde hace siglos.
 A lo cual hay que añadir el cada vez menor hábito de leer. No es sólo que no leamos la Biblia: es que apenas leemos nada. Nuestra cultura nos acostumbra más a la imagen que a la palabra y si no tenemos un hábito de leer será difícil que cojamos en nuestra manos un libro como éste.

Todo ello ha llevado a afirmar que aunque la Biblia es un libro “popular”, sigue siendo bastante desconocido entre nosotros. Como catequistas nos urge una mejor comprensión de lo que sus textos nos dicen, En sucesivos temas intentaremos ayudarte en ello. Pero quisiéramos empezar por una cuestión previa: ¿Qué es la Biblia? En este tema intentaremos responder a esta pregunta. Para ello comenzaremos por el principio.







Apunte bíblico

“ De una manera fragmentaria y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por su Hijo .
( Hebreos 1,1-2).


Apunte magisterial

“ Dios quiso que lo que había revelado para salvación de todos los pueblos se conservara para siempre íntegro y fuera transmitido a todas las edades” ( Concilio Vaticano II, Dei Verbum 7 )


Iluminación doctrinal


1.- DIOS HABLA A TRAVÉS DE LA VIDA


1.1.- Distintas maneras de concebir a Dios en la antigüedad

Dios no es alguien evidente ni palpable, sino que pertenece a la esfera del Misterio. Eso significa, entre otras cosas, que no hay una única manera de concebirlo. La concepción que cada ser humano se hace de Dios está condicionada por su forma de ser, por su cultura, por la tradición que ha recibido, etc. Además, incluso dentro de cada individuo, la imagen que se tiene de Dios evoluciona a lo largo de la vida. Podemos comparar nuestra manera de concebir a Dios con el de un latinoamericano que apenas tenga para subsistir o con un musulmán. Encontraríamos semejanzas, pero también diferencias. Si comparamos la manera de concebir a Dios entre una persona mayor y nosotros. Desde ahí podemos imaginar el cambio en la manera de pensar a Dios entre nosotros y los hombres y mujeres de hace 3000 años entre los que se fue escribiendo el libro que llamamos Biblia.
Podemos decir que en la antigüedad había muchas maneras de concebir a Dios, según las distintas culturas. Había algunas que identificaban la divinidad con las fuerzas naturales, otros con piezas de madera o barro, otros con un conjunto de personajes que vivían en un mundo lejano y que para nada influían en la vida de los mortales. Pero entre todos estos pueblos hubo uno especial que alcanzó una concepción de Dios de una gran altura espiritual: un Dios invisible, que caminaba con ellos, que tenía relación con ellos. A ello contribuyó el hecho de ser un pueblo en su origen nómada, que iba con sus ganados de aquí para allá, con diversas tribus e historias familiares. Un pueblo nómada necesita también un Dios nómada, no identificado con estatuas o templos. Por supuesto, y eso lo diremos más de una vez, a esta manera de concebir a Dios no se llega en un día, ni por una manifestación espectacular de Dios que dice: aquí estoy yo y soy así. Se llega después de una larga búsqueda, de una suma de experiencias personales de profundos creyentes, de tanteos y fracasos, etc. Este pueblo es el que luego terminó llamándose Israel y que expresará su experiencia por escrito..
En esa manera singular de concebir a Dios que tenía este pequeño pueblo de nómadas hay algo esencial: los hechos de la vida no son neutros, no son hechos y ya está, sino que Dios, de algún modo está presente en ellos. Esta era su originalidad esencial. Sin negar otras presencias, Dios está en lo que nos pasa, como pueblo y como personas. Hoy para nosotros esto no supone nada que no sepamos y vivamos, pero en la conciencia religiosa de hace tres mil quinientos años suponía un gran avance espiritual con respecto a los pueblos circundantes

1.2.- Lo que humaniza, lo que libera en la historia como clave de comprensión.

Pero… ¿cómo estaba presente Dios en lo que pasaba? ¿cómo actuaba en los hechos de la vida? ¿cómo reconocer su presencia y su voluntad? El pueblo de Israel fue descubriendo una clave para encontrar a Dios en la vida: Dios busca la humanización, que lleguemos a ser auténticas personas: justicia, salud, alegría, vida, Aquellos acontecimientos o hechos que se encaminaban a hacernos más humanos y más justos estaban conducidos y animados por Dios. Por el contrario, la injusticia e inhumanidad era rebeldía del hombre contra Dios.
Por supuesto, lo que significaba “ser auténticas personas” fue evolucionando con el tiempo. La esclavitud, la pena de muerte, la ley del talión, la marginación de la mujer, la exclusión social de los pobres, etc. eran la moneda corriente entre las culturas antiguas. Israel no descubrió de la noche a la mañana que todas estas actitudes deshumanizaban al ser humano.
Todo ello fue llevando a este pueblo a una conclusión esencial: su historia como pueblo, la historia de la humanidad y la historia de cada individuo no son el resultado de las casualidades, del azar o de ciegos destinos, sino que la historia tiene un sentido, un final, una meta. Y ese sentido era Dios. El futuro no es un incierto destino sino que está en manos de Dios
En definitiva ésta era la fe original de este pueblo perdido de oriente medio: la historia tiene sentido porque una presencia misteriosa y poderosa la habita y la conduce hacia una plenitud de humanidad. A esa presencia misteriosa y personal la llamaron Dios.

1.3.-Hombres y mujeres con una sensibilidad especial para percibir esto y para comunicarlo a los demás.

De manera natural nos surge una pregunta: ¿cómo llegaron a esta imagen compartida? Ya hemos dicho que no fue una revelación puntual, sobrenatural, espectacular o definitiva, sino que esta experiencia de Dios se fue fraguando durante cientos de años a través de una búsqueda constante.
Las personas que nacen en una determinada tradición asumen esa imagen de Dios, la acogen, la hacen suya, a veces la ponen en crisis porque algo que pasa en sus vidas no entra en ese esquema, avanzan, descubren algo nuevo, etc.
A todo esto se suma la extraordinaria aportación de hombres y mujeres con una sensibilidad especial para percibir aspectos de Dios. Por sensibilidad, por historia, carácter, por las circunstancias que les ha tocado vivir, estos seres humanos son capaces de profundizar en la imagen de Dios que han recibido en su cultura. Estas percepciones nuevas de Dios las comunican a otros miembros del pueblo. A veces esta comunicación no es asumida inmediatamente, pues chocará con la mentalidad dominante. Pero poco a poco irá cuajando en el pueblo hasta que va siendo aceptada. No estamos hablando de grandes experiencias sobrenaturales, milagrosas, sino de un percepción especial en las cosas naturales, de los hechos de la vida y de la historia.
Indudablemente, también las sensibilidades religiosas de otros pueblos que rodean a Israel (asirios, egipcios, babilonios, griegos, etc.) también irán influyendo en esta conciencia religiosa colectiva.
Todo esto durante generaciones a través de siglos y miles de avatares: es la historia del ser humano buscando a Dios y Dios buscando al ser humano. Dios respetando la forma de ser humano, sin hacer nada extraordinario que se salga de las leyes de la naturaleza. El ser humano tratando de ver en esa naturaleza humana y en el acontecer histórico más en profundo.

1.4 .-Los tanteos, las crisis, la provisionalidad.

Por supuesto que todo esto supone lo que llamamos un proceso gradual. Igual que en nosotros mismos experimentamos un crecimiento en la concepción de Dios, este pueblo fue creciendo y aprendiendo poco a poco cómo era este Dios. Por ejemplo, del Dios terrible castigador al Dios amor acogedor; del Dios al lado de otros dioses; al Dios único, del Dios que premia y castiga según los méritos del ser humano al Dios como fuerza para hacer el bien y evitar el mal; del Dios incapaz ante la muerte del ser humano al Dios que resucita.
Todo esto supone que muchas de las imágenes que se tienen de Dios sean provisionales, lo eran entonces y lo siguen siendo porque seguimos buscando a Dios sin llegar a alcanzarlo. Y esto es así por algo que acabamos de decir: Dios respeta el ritmo de los hombres y mujeres que se ponen a buscarlo: él no manifiesta a la humanidad de un modo puntual, milagroso y definitivo cómo es, sino que alienta la búsqueda del todo ser humano que se pregunta por él.


1.5.- La transmisión oral y escrita.

Esta manera de entender la fe necesita transmitirse de unos a otros, de unas generaciones a otras. Tiene que ser contada, transmitida. Si Dios respeta los procesos humanos y no interviene directamente para decirnos quién es, la única manera que tenemos de transmitir la fe es contarla.
Por todo lo que llevamos dicho, entenderemos que el pueblo de Israel no sabe contar su fe a otros de un modo teórico. Si ha descubierto a Dios en los hechos, en la historia, en la vida, no dirá “Dios es de esta manera”, sino “ha ocurrido esto y he dado cuenta de que Dios es de esta manera”. No contarán una teoría sobre el Dios del bien y el mal, sino contarán historias personales, leyendas míticas, o hechos históricos donde se enfrentan el bien y el mal para mostrarnos cómo Dios está actuando en todo ello.
Para todo ello irán elaborando poco a poco historias, relatos, oraciones, leyendas, etc. con el fin de transmitir la experiencia de Dios que tiene este pueblo. Estas tradiciones tienen como protagonistas principales a estos hombres y mujeres que por su sensibilidad han sabido captar mejor la presencia de Dios en determinados acontecimientos. Unas veces serán autores, otras protagonistas y serán otros más hábiles con la palabra los que se encarguen de contarlo. Esas figuras principales con su sensibilidad especial no son lo únicos que tienen la experiencia de Dios de la historia: ellos recogen una experiencia religiosa que está en el pueblo y, a la vez, actuarán de fermento de la misma.
Con todas estas historias, palabras, percepciones, oraciones, etc. se va elaborando todo un conjunto armónico, un patrimonio común que expresa la conciencia religiosa del pueblo. Como es normal, no todo es de la misma época; se van mezclando las historias de unas tribus con otras, se van añadiendo, corrigiendo y poco a poco se irá poniendo por escrito.
La misma historia y vida de este puebla irá haciendo una selección de estas leyendas orales y escritas. En la medida que ayuden a reconocer a ese Dios, se irán asumiendo mejor, uniformando, armonizando unas con otras, añadiendo cosas nuevas a lo escrito años atrás, etc. Este conjunto de escritos que recogen la experiencia de este pueblo es a lo que llamamos Biblia.
Y una cosa muy importante: este pueblo del que venimos hablando no es nadie extraño: es nuestro pueblo. Sólo sintiéndolo así podremos vivir sus tanteos y búsqueda como la nuestra propia.

2.- LA HISTORIA COMO SALVACIÓN


2.1 .-Predominio de la historia.

Dicho todo lo anterior entenderemos algo que es fundamental: La Palabra de Dios no son los escritos, sino los hechos. La Palabra de Dios está en la vida de cada día. Por poner un ejemplo, la auténtica palabra de Dios fue la liberación de Egipto, y no el relato que nos la cuenta. El relato nos ayuda a identificar la palabra de Dios allí donde se da cualquier lucha por la liberación: así escucharemos la Palabra de Dios en los obreros europeos del siglo XIX, en los afroamericanos defendiendo sus derechos, en las mujeres pidiendo la igualdad, en los campesinos sin tierra de América Latina, etc… En todo ello escuchamos la Palabra de Dios. Lo que hace el relato bíblico del Éxodo es ayudarnos a tomar conciencia de esta palabra que está en la vida.
Y hay que añadir algo: en la tradición judeocristiana predomina la historia global sobre la experiencia personal. Es la historia humana donde hay que descubrir a Dios y su voluntad. Lo individual se pone en función de lo social. No importa tanto el destino personal cuanto el de toda la humanidad. Por eso, es en esa historia global donde más fácil resultará al pueblo de Israel encontrar a Dios.

2.2.- La historia tiene un sentido, mira hacia delante.

Decíamos antes que este pueblo, nuestro pueblo, percibe que la historia no es un cúmulo de casualidades que no sabe a dónde va. El misterio Dios la guía desde dentro y la lleva a su plenitud, hacia un final de humanización para todos. A este destino de la historia feliz le llamamos salvación.
Por eso decimos que la historia humana, no la nuestra en particular, no determinados hechos sí y otros no, sino toda la historia va siendo conducida por Dios hacia la salvación. Por eso es llamada historia de la salvación
Todo ello no excluye lo individual ni las experiencias personales. sino que lo pone en función de esta historia. No hay salvación particular, sino salvación personal en un proyecto salvador de toda la humanidad
Eso podríamos decir que es la Biblia: una historia para comprender y vivir nuestra historia (la de este principio del siglo XXI, en esta tierra de Albacete, que es la que nos ha tocado vivir y no otra) como historia de Salvación.

2.3.- La historia que narra la Biblia.

Conviene llegados a este punto hacer un resumen de la historia de este pueblo del que nos consideramos parte para podernos situar mínimamente. Marcamos aquí los hitos fundamentales de esta historia:
 Hacia el año 1850 a.C.: Dios llama a Abrahán para que salga de su tierra. Le hizo la promesa de convertirlo en el padre de un gran pueblo Sus descendientes fueron Isaac y Jacob, los grandes patriarcas. Jacob tuvo doce hijos, entre los que sobresalió José. En esta época no existía todavía Israel como pueblo, sino que se trata de tribus nómadas que viajaban con sus ganados de un lado para otro. Estas tribus terminaron todas yéndose hacia Egipto, la gran potencia económica y cultural de la época.
 Hacia el año 1250 a.C.: El pueblo de Israel sale de la esclavitud de Egipto guiado por un líder llamado Moisés. La liberación se completó con la Alianza del Sinaí, donde el pueblo escoge a Yavé como Dios y éste, a cambio, se compromete a darles una tierra y a protegerlos. Esa tierra es lo que hoy llamamos Palestina. El pueblo se asentó en ella después de conquistársela a los Cananeos. El primer sistema de gobierno que tuvieron en la recién adquirida tierra fueron los jueces: Israel sólo tenía un rey y un legislador: Yavé. Los jueces se encargarían de aplicar la Ley que Dios les había dado.
 Hacia el año 1000 a. C.: Israel, por influencia de los pueblos circundantes, se decide por un sistema monárquico. El primer rey fue Saúl, al que sucedió el monarca más grande y recordado de su historia: David. Con él, Israel conoció su máximo esplendor cultural y militar, y el pueblo tomó conciencia de ser un reino protegido por Dios y fuerte ante las naciones enemigas. Este esplendor duró poco: tras la muerte de Salomón, el hijo de David, el reino se dividió en dos: el del Norte (Israel) y el del Sur (Judá), que muy pronto se convirtieron en vasallos de las nuevas potencias de la zona: Asiria y Egipto.
 Hacia el año 587 a.C. : Jerusalén, la capital del reino del Sur es destruida y los judíos son llevados al destierro de Babilonia. El reino del Norte ya había sido arrasado por los asirios en el año 721. A causa de todo ello, el pueblo se había quedado sin rey, sin templo, sin tierra. Eran de nuevo esclavos en una potencia extranjera. La dispersión (la diáspora) fue total. Muchos judíos se acomodaron a la nueva situación en los países extranjeros y terminaron mezclándose entre ellos. Pero un resto pequeño permaneció fiel en este destierro hasta que se les permitió volver a su antigua tierra y reconstruir el Templo. Pero ya nunca tuvieron ni la sombra de su antiguo poder. Siguieron siendo vasallos de otros reinos y a merced de sus caprichos militares. En estas cisrcunstancias fueron los profetas los que conservaron la esperanza del pueblo. Se fragua la esperanza mesiánica: el ungido de Dios que liberará definitivamente a Israel de su situación de opresión. Para unos será un rey; otros piensan más bien en un sacerdote o profeta
 Hacia el 333 a. C.: Alejandro Magno conquistó la tierra de Israel e impone la lengua y la cultura griegas sobre aquella tierra. Ello supuso una nueva amenaza a las tradiciones propias. Muchos trataron de conservar la pureza de la fe judía; otros intentaron una síntesis con la nueva cultura. Los enfrentamientos llegaron a numerosas guerras civiles que llegan hasta la época del cambio de era, donde bajo el reinado de Herodes se vive una relativa paz y unidad política, aunque eso sí: sometidos bajo el yugo del Imperio Romano. La unidad política no esconde la pluralidad de formas a la hora de vivir el judaísmo: fariseos, escribas, saduceos, esenios, etc.
 Hacia el 30 d. C.: Jesús de Nazaret, después de unos años de actividad profética en Galilea, Samaría y Judea, en los que predicó y anunció la renovación de la fe de Israel, es ajusticiado en Jerusalén por las autoridades romanas. Sus discípulos proclaman que ha resucitado y lo confiesan como el Mesías que estaba esperando Israel. Su predicación traspasará las fronteras judías y al terminar este primer siglo de nuestra era estará extendido por oriente y occidente.

2.4.- Dos acontecimientos fundamentales.

En esta la Biblia nos subraya muchos acontecimientos, pero hay dos que resaltan por encima de todos los demás:
1) Liberación de Egipto: es el momento en que empezó a ser pueblo Israel. La gesta liberadora guiada por Moisés fue lo que constituyó este puñado de hombres y mujeres en un pueblo.
2) La muerte y resurrección de Jesús de Nazaret: el profeta de Galilea enviado por Dios y asesinado en la cruz está vivo.

Por supuesto no son los únicos acontecimientos salvadores, sino que ayudan a interpretar todos los demás que había tenido el pueblo. Son como unos imanes que atraen a todas las demás historias de la Biblia hacia ellos
En el primero, el pueblo tiene conciencia de que Dios escucha el clamor del pueblo que sufre y quiere formar una sociedad nueva donde no haya injusticia. En muchos de los acontecimientos que el pueblo de Israel vivirá después seguirá diciendo: Dios quiere la libertad para todos y la conseguirá. Muchas cosas que nos pasan son por no haber sido fieles. Y las historias anteriores a ese acontecimiento se entenderán como preparación y anticipo de este gran acontecimiento
En el segundo, la experiencia de que sigue vivo el Maestro de Nazaret, les hará recordar sus hechos y palabras para darse cuenta de que Dios ha intervenido de un modo definitivo: en Jesús ya ha llegado ese final feliz que es la salvación, se nos ha adelantado y nos ha dicho que es posible para todos. Ni siquiera la muerte podrá borrar ya la Alianza entre Dios y los seres humanos.
Nuestra propia historia también se deja orientar por esos dos imanes: en ella sigue hablando Dios. Nuestra historia, las guerra que ahora mismo padecen millones de hombres, los avances de la tecnología, los problemas laborales, mis propios problemas y mis más sinceras esperanzas, las carencias de mi pueblo, etc... Todo ello constituye la auténtica palabra de Dios, porque es en todo ello en lo que nos habla Dios. La Biblia nos sirve para hacer hablar a Dios en nuestra historia, es algo así como el manual de instrucciones para comprender la hondura de la vida desde la que nos habla Dios.
Es bonita esta imagen con la que terminamos esta sección: la Palabra de Dios es la vida y el manual de instrucciones para poder comprender a Dios es la Biblia. Un manual que no es fácil de usar, porque entre otras cosas, está escrito en épocas, culturas, maneras de pensar muy lejanas a la nuestra. Pero un manual que, siendo cierto esto anterior, ha servido y sigue sirviendo a millones de personas de distintas épocas y culturas.



3.-EL CONJUNTO DE LIBROS QUE LLAMAMOS BIBLIA


3.1 .-Los dos Testamentos.

Señalábamos anteriormente que esta experiencia común del Dios en la historia necesitaba ser contada de unos a otros, de unas generaciones a otras, de unas tribus a otras. Esta transmisión “contada” de boca en boca es lo que llamamos tradiciones orales. Aprendidas de memoria se transmitían de viva voz. Poco a poco, algunas de estas tradiciones se fueron poniendo por escrito. Estamos hablando de una época difícil de datar exactamente, pero podríamos decir que las primeras tradiciones orales de las que nace la Biblia estarían en torno al siglo XII antes de Cristo. Quizás unos doscientos años después empezarían a ponerse por escrito. Poco a poco, las tradiciones escritas fueron cobrando importancia sobre las orales.
Sin duda habría numerosos y muy diversos escritos, localizados también en sitios diferentes, contando historias y experiencias muy diversas, todas ellas con un objetivo común: transmitir la experiencia del Dios que habla en la vida. ¿Cómo se hizo el proceso de selección de estos textos? Fue el uso (y desuso) de estos escritos los que fueron determinando cuáles eran valiosos para reconocer la Palabra de Dios y qué otros no lo eran tanto. Además, los escritos no se fijaron en una sola vez, sino que se le iban añadiendo o quitando distintas tradiciones. Fueron naciendo así conjuntos de escritos más o menos aceptados por todos los judíos como palabra de Dios. Este proceso de selección, como se entenderá , duró cientos de años.
Sabemos que en la época de Jesús había un conjunto de escritos aceptados por todos los judíos divididos en dos bloques: la Ley y los Profetas. Había también otra serie de libros que eran más discutidos: unos los veneraban como palabra de Dios y otros no los admitían. De éstos últimos escritos algunos terminarían siendo añadidos al bloque compartido de Ley y Profetas. Hemos pasado de las tradiciones orales y de los escritos a un conjunto de libros compartido y venerado por todos los creyentes: han nacido las Escrituras.
Mientras todo esto se estaba gestando, los seguidores de Jesús, que veneraban como buenos judíos la Ley y los Profetas, mantenían vivo la memoria de su maestro: cada vez que se reunían recordaban lo que habían vivido junto a Jesús, sus hechos, sus palabras. Lo solían hacer en torno al pan y al vino, tal y como les había pedido Jesús. Algunos eran testigos de los acontecimientos y palabras, y otros conocían a Jesús por estos relatos. Todo ello fue convirtiéndose en tradiciones orales que se iban contando por las aldeas y ciudades del Mediterráneo antiguo hasta que fueron cuajando en escritos (evangelios, cartas y otros escritos) que los cristianos consideraron tan importantes como la Ley y los Profetas para poder comprender la actuación de Dios en la historia. Por eso los añadieron a ellos como un nuevo bloque que terminaron llamando Nuevo Testamento, dejando para los escritos anteriores a Jesús el nombre de Antiguo Testamento. A todo el conjunto le fueron llamando Biblia, que literalmente significa “los libros”.

3.2.- Inspiración y canon.

En la tradición cristiana se ha manejado un concepto para expresar el carácter singular de estos textos: inspiración. Se dice así que estos libros de la Biblia están inspirados por Dios. Como hemos visto, son obra humana: fruto de la experiencia humana, elaborados a través de tradiciones orales y escritos cuyos autores son siempre hombres y mujeres. Pero mirando en profundidad todo este proceso, confesamos que ha sido Dios mismo el que lo ha impulsado y sostenido desde el principio. Y ha sido Dios mismo el que nos ha ayudado a todos los creyentes a reconocer en un determinado escrito la experiencia verdadera de Dios. A esta intervención de Dios respetando el protagonismo humano le llamamos inspiración.
Por otra parte, la unidad de la comunidad creyente ha ido exigiendo a lo largo de los siglos un acuerdo sobre los libros que debemos considerar como inspirados por Dios. Esto no se ha hecho de una manera impositiva oficial, sino que ha sido el mismo uso de la Iglesia en los dos primeros siglos la que ha ido escogiendo unos escritos y rechazando otros. Sólo cuando ha habido un acuerdo en la práctica se ha proclamado de un modo más oficial el listado de libros que debemos considerar todos los cristianos como inspirados por Dios y, por tanto, pertenecientes a la Biblia. De alguna manera, la Iglesia proclama así que esto libros son “normativos”, esto es, auténticos para conocer la Palabra de Dios. A este listado oficialmente reconocido es a lo que denominamos canon. En la Iglesia Católica el Canon está formado por 73 libros, 46 de ellos pertenecen al Antiguo Testamente y 27 al Nuevo Testamento.

3.3.- Texto, lenguas, traducciones.

Podemos decir que el libro de la Biblia que cada uno tenemos contiene la colección de libros inspirados que forman el canon cristiano. Bueno, siendo más exactos tendríamos que precisar que lo que tenemos nosotros es una traducción al español de estos libros, porque estos fueron originalmente escritos en otras lenguas distinta a la nuestra. Ello explica que en un mismo pasaje cambien de una Biblia a otra, puesto que cada traductor varía su estilo y los términos con los que traduce una misma palabra.
La Sagrada Escritura está escrita en tres lenguas de las llamadas muertas (es decir, que no se hablan en la actualidad, aunque son perfectamente traducibles):
 El hebreo: es la lengua más antigua de los israelitas, que dejó de hablarse al volver del destierro de Babilonia (s. VI a. C.) quedándose reducido su uso a la literatura y culto sagrados. En esta lengua está escrita la mayor parte del Antiguo testamento.
 El arameo: lengua parecida al hebreo, que alcanzó su apogeo durante la dominación persa y que se hizo lengua popular en Palestina después del destierro. Es la lengua que hablaba Jesús y en ella están escritos algunos capítulos de Esdras y Daniel.
 El griego: tras la conquistas de Alejandro Magno se extendió esta lengua por todo el oriente. En la época de Jesús estaba muy extendido su uso en Palestina (sobre todo en las ciudades y entre la aristocracia). Al ser la lengua mayoritariamente hablada en las zonas por donde se extendió el Cristianismo (las actuales Siria, Turquía y Grecia) en ella se escribieron todos los textos del Antiguo Testamento.

4.-LA MANERA DE CONTARNOS
QUE TIENE LA BIBLIA

4.1.- Desde una mentalidad diferente a la nuestra.

Hay que reconocer que la Biblia, en su conjunto, no es un libro fácil de leer. Muchos pasajes nos gustan, los hemos oído toda la vida, nos han ayudado en momentos determinados de nuestra vida, los sabemos casi de memoria. Pero otros muchos se nos hacen incomprensibles, difíciles o duros de leer. Nos cuesta creer que verdaderamente puedan servirnos para todo lo que hemos venido diciendo este capítulo: para descubrir la palabra de Dios en nuestra vida.
Para no obtener una imagen deformada de la palabra bíblica no podemos olvidar que sus textos pertenecen a una mentalidad de la que nos separan miles de kilómetros y miles de años. Hay varias diferencias fundamentales:
 Mentalidad científico técnica frente a mentalidad mágica antigua: hoy, cuando intentamos comprender un fenómeno natural o social no echamos mano de explicaciones mágicas, sino de la ciencia. Si, por ejemplo, aparece una enfermedad nueva, no recurrimos a espíritus malignos o castigos divinos, sino a la investigación médica. Eso lo tenemos perfectamente asumido cualquier hombre o mujer del siglo XXI. No era así en la época en la que se escribe la Bíblica: para los antiguos, lo que no era conocido pertenecía al ámbito de lo divino-mágico.
 Mentalidad individual frente a mentalidad social: la antigüedad tenía una concepción de la vida donde el grupo era más importante que el individuo concreto. La conciencia de pecado, salvación, destino, etc. se entendía para el grupo social y no tanto para el individuo. Hoy asistimos a todo lo contrario: lo importante es el individuo concreto
 Mentalidad práctica frente a mentalidad teórica: la cultura occidental de la que formamos parte se distingue por ser más teórica que la cultura oriental en la que nace la Biblia. Eso hace que en esta última se utilicen mucho más las leyendas que las teorías. Así, por ejemplo, no se dará tanta importancia a las expresiones teóricas sobre el amor de Dios, sino a episodios de la vida en los que se muestra este amor.
 Mentalidad libre frente a mentalidad de obediencia: la modernidad ha puesto en crisis uno de los valores fundamentales de la antigüedad: la obediencia. Hoy se prima mucho más la libertad. La razón sustituye a la autoridad: sólo obedezco aquello que me parece razonable y no lo que se me impone por autoridad. Esta primacía de la razón es algo muy reciente en nuestra conciencia, desde la Ilustración (apenas trescientos años) y es, por tanto, totalmente ajena a la mentalidad de los antiguos.

Se podrían decir muchas más, pero estas son las más significativas. Ello quiere decir que lo que se nos cuente irá empapado de toda esta mentalidad. No podremos aplicarlo directamente, y necesitamos traducirlo a nuestra mentalidad.
Pero además, hay que tener en cuenta algo mucho más determinante a la hora de acercarnos a los textos bíblicos: la evolución de la fe. Hemos dicho que Dios no dicta la verdad desde el principio, sino que es una búsqueda humana, y que en esta búsqueda se pasa por diferentes grados. Y eso habrá que tenerlo en cuenta para muchos textos del Antiguo Testamento: el Dios que aparece en ellos, a veces justiciero o vengativo, es aquél que habían alcanzado a entender un pueblo que andaba buscándolo en una época muy antigua. Este mismo pueblo, siglos después entendería otros aspectos distintos e incluso opuestos a lo que creían. Una imagen más depurada, más acorde con el Dios verdadero. ¿Habrá que decir que la imagen antigua era falsa? No, ni mucho menos. Era un escalón más dentro de la búsqueda de Dios.
Tampoco debe extrañarnos esto, porque es lo que ocurre en cada uno de nosotros con nuestra propia vida. Si desde pequeños hubiéramos ido escribiendo nuestras experiencias creyentes y ahora leyésemos lo que escribimos cuando teníamos siete años nos resultaría muy distinto de lo que creemos ahora. Y sin embargo, aquello no es que fuese falso, sino que era una etapa (superada, pero necesaria) de nuestra historia creyente.

4.2.- Los géneros literarios.

Junto a todo esto están los distintos estilos en los que se escribe. En la actualidad hay distintos géneros literarios: novela, poesía, teatro, comic, ensayo, noticia periodística. No se escribe de la misma manera en un género que en otro. En la Biblia encontramos también distintos géneros literarios, aunque, obviamente, no encontraremos los de nuestra época, sino los que se daban en el periodo en el que se escribió. Encontraremos poesías, oraciones, narraciones, leyendas, mitos, etc. Concretamente en la Biblia encontraremos los siguientes géneros literarios:
 Historia: relato de una historia real o imaginaria de unos acontecimientos o hechos humanos importantes en la vida del pueblo, para comunicar no tanto cómo se desarrollaron, sino, sobre todo, cómo fueron vividos y qué significaron.
 Ley: conjunto de normas, costumbres y preceptos por los que se rige el pueblo a lo largo de su historia. Estas leyes se leen como expresión de la voluntad de Dios.
 Profecía: un profeta se constituye en portavoz de la palabra de Dios y se dirige al pueblo para hacerle caer en la cuenta de la infidelidad, para denunciar, para anunciar castigo o salvación, para alentar, etc.
 Lírica: la poesía es un medio privilegiado para expresar la vivencia religiosa.
 Sabiduría: desde la experiencia cotidiana se formulan sentencias, dichos populares, refranes, etc.
 Apocalíptica: relato de visiones, sueños o revelaciones de acontecimientos humanos y cósmicos, ocultos y en trance de llegar, escritos en lenguaje enigmático y simbólico.
 Carta: misiva enviada por alguien con autoridad a una comunidad o persona con intención de enseñar y animar.

5.- VALIDEZ Y VERDAD DE LA BIBLIA


5.1 .-¿Sigue siendo válido?

Todo ello nos lleva a dos cuestiones siempre presentes. La primera de ellas se refiere a la validez de este libro hoy: ¿para qué la Biblia, si es un texto tan antiguo?; o formulada de otra manera.¿si es tan difícil de leer, para qué? ¿No será mejor recurrir a otro tipo de escritos religiosos más asequibles y actuales?
Puede que algunos escritos nos ayuden tanto como la Biblia a comprender a Dios. Pero no olvidemos este proceso de selección familiar ha hecho que la Biblia conserve lo esencial de la experiencia humana durante más de mil años, lo cual es mucho decir. Todo problema humano está tratado. Si ese texto ha llegado a nosotros no ha sido por una decisión caprichosa sino porque a muchas generaciones de hombres y mujeres le ha servido para comprender a Dios. Además, se añade el hecho de ser un libro común, en el que todos podemos encontrarnos (cualquier otro escrito siempre será particular, por muy querido que sea). No sólo nosotros sino otros, incluso judíos.





5.2.- ¿Es verdad todo lo que dice la Biblia?

Habría que empezar diciendo que la verdad tiene varios registros. No es lo mismo preguntarse por lo que ha pasado que por el sentido de lo que ha pasado. Un ejemplo puede aclararnos. Imaginemos un hecho concreto: por ejemplo, el nacimiento de un niño. Si queremos saber qué ha pasado tendremos que recurrir al médico que ha asistido al nacimiento del niño, al ginecólogo que ha tratado a la madre o cualquier experto que nos explique cómo se ha pasado de la fecundación al nacimiento del niño. Con el parte médico, con el testimonio de otros médicos y con libros podríamos ilustrarnos perfectamente si lo que queremos saber es qué ha pasado. Pero el nacimiento de un niño es mucho más que un proceso biológico. Si el que ha nacido es alguien cercano a nosotros no nos interesará tanto el qué ha pasado cuanto qué sentido tiene lo que ha pasado. Y para alcanzar este sentido tendríamos que atender a la experiencia de la madre, del padre, a nuestros recuerdos, a nuestra relación con ellos, etc. A la hora de expresar ese sentido que tiene el nacimiento de ese niño, no lo haríamos con el lenguaje técnico, sino que usaríamos otro tipo de palabras: más vivenciales. Y así una madre podría decir algo parecido a lo siguiente: “ser madre es lo más maravilloso que me ha pasado en la vida”. Comparando ambos registros podemos decir que tan verdad es el parte médico con la descripción del nacimiento como la experiencia de la madre. Pero son distintos tipos de verdades. No pueden ser comparadas. Una no es “más verdad” que otra .
Pues bien, con el ejemplo podemos comprender que La Biblia no se interesa tanto por el qué pasa cuanto por el sentido de lo que pasa. Por supuesto que el sentido no se puede separar de los hechos, y por eso, la Biblia no nos habla en teorías sino a través de hechos Pero la verdad de la Biblia no hay que buscarla en la exactitud del qué sino en la verdad del sentido. A la Biblia no acudimos para entender el qué del origen del universo. Para ello iremos a lo que nos dice la ciencia. Pero si lo que queremos saber es qué sentido tiene la existencia del universo no nos sirve la ciencia: tendremos que acudir a otro registro, el religioso y una de las respuestas sobre el sentido nos la ofrece la Biblia en el primer capítulo del Génesis. Sí leemos este texto como si nos estuviera hablando del qué cometeríamos un grave error porque lo que a ese texto le interesa no es cómo ocurrió realmente el origen del universo sino qué sentido tiene la existencia del universo.
Además habrá que tener en cuenta, como hemos dicho antes, que en la mentalidad de los autores bíblicos, la leyenda y la realidad andan muy mezcladas y no existe ese interés por separarlas que hoy tenemos en la mentalidad científica contemporánea. Puede ser que un hecho descrito no sea histórico, y sin embargo contenga una verdad en el sentido. Podemos poner el ejemplo de Adán y Eva: históricamente no es verdad que Dios durmiera al ser humano para sacar de su costilla una mujer. Sin embargo, el sentido es verdad: nada del ser humano quitará la soledad del ser humano que no sea alguien que lo sienta como carne de su carne (por decir sólo uno de los sentidos que tiene ese texto).
Ciertamente muchos de los acontecimientos que nos narra la Biblia son históricos. Otros mezclan historia y realidad. En otros casos son pura leyenda. En todos los casos la verdad hay que buscarla en el orden del sentido, de lo que se nos quiere decir para la vida humana plena en ellos. En esto, podemos estar seguros de que la Biblia nos dice la auténtica verdad que es Dios mismo. Sin perder de vista todo lo que hemos dicho del proceso de evolución.

5.3.- Más allá de la interpretación individual.

Todo ello nos lleva a una última idea sobre la verdad de la Biblia: para comprender realmente lo que dice no basta una lectura privada personal. Algunas veces tenemos la tentación de hacer de la Biblia un libro puramente individual, donde mi interpretación personal es lo importante. Si atendemos a todo lo que hemos dicho hasta ahora comprenderemos que un pasaje bíblico no puede cogerse aislado del resto de la Biblia si quiere ser comprendido de verdad. Hay que leerlo teniendo como fondo toda la búsqueda creyente que trasluce la Biblia. Así, he de tener siempre presente que lo que dice un texto concreto hay que comprenderlo desde los textos anteriores y posteriores a él en la misma Biblia: lo que leo es uno de los eslabones en la búsqueda Dios por parte del ser humano. Adaptarlo sin más a mi situación individual sería aislarlo.
Pero además, esa búsqueda continua de Dios no se cierra con el último libro que se escribe en la Biblia, sino que continúa en una tradición. Yo no leo la Biblia como si fuera el primer y único creyente que se acerca a ella, sino que lo hago en una comunidad que tiene una historia.

6.- CONCLUSIONES


Después de todo lo dicho, ¿cuál debería ser nuestra actitud hacia la Biblia si queremos empezar a comprenderla en toda su hondura? Alguna luz puede concluirse de todo lo que hemos venido diciendo.
 La Biblia es un conjunto de reflexiones emanadas de la búsqueda de Dios por parte de un pueblo que no nos es ajeno, sino del que nos sentimos un eslabón más. Sin miedo a exagerar podríamos decir que todo lo humano, todo lo que constituye la vasta experiencia humana, está tratado en la Biblia..
 A la Biblia no podemos acudir como si fuera una novela o una fuente de información histórica o científica. Sólo hay una forma correcta de ir a la Biblia: con nuestra propia vida, con nuestras búsquedas, introducir nuestra historia en la Historia. Es en ella verdaderamente donde encontraremos a Dios.
 Por tratarse de textos complicados en la mayoría de los casos, necesitamos de ayuda, acompañamiento y formación. Si no es así, la mayoría de sus palabras quedarán huecas y sin sentido. Por eso:
- Necesitamos una edición de la Biblia que contenga introducciones, notas, etc. No vale cualquier edición que por barata nos dé únicamente el texto sin más comentarios.
- Es abundante el material formativo en la Biblia. En el grupo de catequistas, charlas, cursillos, libros, etc. son cada vez más necesarios si queremos adentrarnos en una profundización seria de la Biblia.
- Y lo más importante: la lectura directa, asidua y constante de la Biblia. Si el único contacto que tenemos es esporádico y puntual nunca avanzaremos nada.

Esperamos que los siguientes capítulos os sirvan para este objetivo tan deseado por los/las catequistas y que tanto parece costarnos.



Para el trabajo personal
y el diálogo en grupo

1.-SABER


1.-Trata de expresar de un modo personal cómo entiendes tú eso de que la Biblia es a la vez palabra del ser humano y de Dios.
2.- A partir de la descripción de la página 11 trata de descubrir qué genero literario utiliza cada uno de estos textos:


- Si 20, 27-31.
- Dn 8, 1-14.
- Flp 1, 27-30
- 1 S 17, 32-51.
- Ct 3, 1-5.
- Dt 23, 16-25.
- Is 1, 10-20.




3.- Describe con tus propias palabras la diferencia entre un libro inspirado de la Biblia y cualquier otro texto religioso.


2. SER


1.- Intenta hacer un resumen de tu propia evolución de la fe. Comprueba cómo ha ido evolucionando tu manera de entender a Dios.
2.- Repasa algunos acontecimientos importantes que ha vivido recientemente el mundo o nuestra sociedad. Trata de descubrir la Palabra de Dios en ellos.
3.- Haz lo mismo con algunos acontecimientos de tu vida personal.





3. SABER HACER

1.- ¿Cómo responderías a las siguientes cuestiones?
- Un joven viene a la catequesis dice que en su clase de historia le han contado que es imposible explicar la diversidad de lenguas a partir del relato que nos cuenta la Biblia sobre la torre de Babel (Gn11, 1-9), historia que, además, no es más que una leyenda que nunca ocurrió. El joven dice que si es así, la Biblia miente.
- Los niños acuden a la catequesis con su Biblias de ediciones distintas. Ante un pasaje, se sorprenden porque cada Biblia lo cuenta de una manera.
- Alguien te dice que no cree en el Dios del Antiguo Testamento porque le parece un Dios terrible y vengativo.
- Apoyándose en algunos textos del Antiguo Testamento, alguien te dice que la Biblia justifica la pena de muerte.

2.- ¿Qué podemos hacer como grupo de catequistas para conocer mejor la Biblia?




ORACIÓN



En ti, Señor, queremos escuchar nuestra vida,
en ti queremos escuchar lo humano que late desde el principio de la creación.
Tu palabra nos guía como luz en el camino,
suavemente, sin suplantarnos, sin negarnos,
nos guía desde dentro, desde lo más hondo que nos preside,
hacia lo más alto que nos espera.
Tu palabra es pronunciada todo hombre y mujer
que se acerca al misterio de la vida
Y allí queremos acogerte,
y allí hacerte nuestro,
devorar tus palabras en la vorágine de la historia humana,
para comprender, unidos a tu Hijo Jesús,
que sólo tú tienes palabras de vida eterna.
Amén.

BIBLIOGRAFÍA



La bibliografía utilizada ha sido :

Martín Irure. Jesús Mª Larrañeta. Catequesis bíblicas. Ed. CCS
Escuela de catequistas de Valladolid y País Vasco.
Formación de catequistas. Nº 3. El A.T. Ed. SM
Secundino Movilla. Iniciación cristiana de jóvenes. Ed. CCS
Catecismo de la Iglesia Católica
Esta es nuestra fe. Catecismo de la Conferencia Episcopal Española