PARA VOLVER A CREER: Vista previa "LÁMPARAS, CANDELAS, CIRIOS Y VELADORAS"
sábado, 28 de enero de 2012
PARA VOLVER A CREER: Vista previa "LÁMPARAS, CANDELAS, CIRIOS Y VELADORAS"
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LÁMPARAS, CANDELAS, CIRIOS Y VELADORAS
LÁMPARAS, CANDELAS, CIRIOS Y VELADORAS
Por: José Luis López
Para
nosotros los cristianos católicos es muy común que al entrar a una
iglesia, catedral o capilla veamos veladoras encendidas en casi todos
lados: en el santísimo, en el altar o ante las imágenes de los santos; o también
que en ciertos eventos o festividades las utilicemos: en procesiones,
en la pascua (cirio pascual), cuando se administran los sacramentos
(bautismo, primera eucaristía, confirmación, matrimonio, unción,
ordenación), en funerales, en los rezos, en la festividad del Corpus,
navidad, candelaria, etc.
A
lo mejor mucha gente (especialmente nuestros hermanos los católicos por
tradición) no tengan ni la idea ni tampoco se preocupan por saber el
por qué se utilizan las veladoras en las iglesias (aunque ellos mismos
las usen), otra clase de personas son las sarcásticas que se atreven a
decir: ¡estamos en el siglo XXI! Ya no es necesario usar veladoras para
iluminarnos, parece que la Iglesia se quedó en la edad media con sus
veladoras”. Pero lo más alarmante, otras personas caen en desviación
argumentando que las veladoras tienen poderes esotéricos ya sea por su
aroma o por su color ya influyen en la psique o en el alma de uno o bien
de quienes nos rodean, se nota un evidente sincretismo con la New Age.
Entonces
nos surgen ciertas cuestiones, ¿Qué debemos entender los católicos al
utilizar las veladoras? ¿Por qué la Iglesia permite su uso?, ¿por qué a
las imágenes? ¿Será cierto que las veladoras tienen poderes que influyen
en nuestra vida o en la de los demás? En este artículo trataremos sobre
todo esto que últimamente ha estado causando cierta confusión entre
nuestros hermanos católicos llegando a alejarse un poco de la enseñanza
católica.
LAS VELADORAS EN LOS PRIMEROS PUEBLOS.
En
las primeras culturas, las veladoras eran lámparas con las que los
hombres se iluminaban en la oscuridad y en la noche; las había de
aceite, de cera, de grasa o de parafina. Y es hasta finales del siglo XIX cuando la luz eléctrica vino a abolir el uso doméstico de las veladoras para iluminarse.
Pero
también las veladoras desde su origen han tenido un uso ceremonial y
religioso; el fuego era considerado como algo sagrado, el
dador de luz y de todas las cosas buenas de la vida, el fuego era
objeto de adoración en las civilizaciones antiguas; para los egipcios,
los hindúes, los babilonios y demás culturas, el encender una veladora o
lámpara era una manifestación de alegría y también de respeto.
Entre
los griegos eran utilizadas las antorchas en sus sacrificios rituales,
también es bien sabido que durante la celebración de su diosa Ceres,
encendían infinidad de lámparas y antorchas, sus templos de igual forma
contaban con lámparas y antorchas encendidas.
Para
los romanos, las velas encendidas y las luces forman parte del culto de
las deidades tutelares nacionales; y todas sus fiestas eran celebradas
en las puertas de guirnaldas y con lámparas encendidas, tenían
candelabros de variadas formas en todos sus templos; ellos tenían una
costumbre sincrética de enterrar a sus difuntos con lámparas encendida,
según ellos, era un medio para que obtuvieran luz en el más allá.
EL PUEBLO JUDÍO Y LAS LÁMPARAS.
Si
leemos las Sagradas Escrituras, veremos que el pueblo judío no fue la
excepción en utilizar las lámparas y veladoras en sus ceremonias:
Ex. 25: 31-31… “Harás
además un candelero de oro puro; labrado a martillo se hará el
candelero; su pie, su caña, sus copas, sus manzanas y sus flores, serán
de lo mismo… y le harás siete lamparillas, las cuales encenderás para que alumbren hacia adelante.
Ex 27:20-21… “Y mandarás a los hijos de Israel que te traigan aceite puro de olivas machacadas, para el alumbrado, para hacer arder continuamente las lámparas… las pondrá en orden Aarón y sus hijos para que ardan delante de Jehová desde la tarde hasta la mañana. (Ver también Ex. 39, 37 y Lev. 24:1-4)
Num. 8: 2-4… “Y Aarón lo hizo así; encendió hacia la parte anterior del candelero sus lámparas, como Jehová lo mandó a Moisés.
1 Sam 3:3… “Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios; y antes que la lámpara de Dios fuese apagada,”…
También podemos darnos cuenta de que en el templo de Jerusalén habían puesto lámparas para destinarlas a un uso ceremonial:
1 Cró 28:15… “y
dio… oro en peso para los candeleros de oro, y para sus lámparas; en
peso el oro para cada candelero y sus lámparas; y para los candeleros de
plata, plata en peso para cada candelero y sus lámparas, conforme al
servicio de cada candelero”.
2 Cró 4:7… “Hizo asimismo diez candeleros de oro según su forma, los cuales puso en el templo, cinco a la derecha y cinco a la izquierda.”
Heb 9:2… “Porque
el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el
Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes”
Tal
vez nos preguntemos ¿y qué era el candelabro y porqué Dios lo pidió?
Candelabro o candelero es un soporte móvil para sostener las veladoras o
lamparillas, en el pueblo judío el candelabro era una ramificación de 7
brazos, los candelabros aún los podemos ver en nuestras iglesias de muy
variadas y hermosas formas en la mesa del altar. Dios mismo nos dice
que el candelabro estaba destinado para que ardiera en su presencia, los
judíos lo entendieron como un signo de adoración y reverencia a Dios.
Más tarde en vemos que en 1 Macabeos 4:36-61, el pueblo judío se vio en
crisis, ya que los paganos los habían invadido, le prohibieron practicar
su Fe, y lo peor fue que profanaron el templo de Jerusalén, al meter
ídolos, pero Judas Macabeo al ver tremenda profanación organizó al
pueblo para retomar el templo, purificándolo y reinstalando la Ley, este
hecho trascendente ha sido motivo de celebración del pueblo judío hasta
la actualidad, esta fiesta es conocida como Hannuká o fiesta de la Luz,
en la cual encienden una veladora durante ocho noches como signo de
fidelidad y gratitud a Dios, por haberlos ayudado a rededicar su templo.
Pero
los judíos también entendían que el candelabro de 7 brazos ardiendo era
signo de los ojos de Dios que recorren toda la tierra:
Zac 4:2-10… “Veo un candelabro todo de oro, con un depósito encima y
sus siete lámparas encima del candelabro, y siete tubos para las
lámparas que están encima de él… ¿Qué es esto Señor mío?... estas siete
lámparas representan los ojos del Señor, que recorren toda la tierra”.
Otros
signos que ellos percibían de las lámparas eran: la Palabra de Dios,
como lámpara que nos guía (Sal. 119:105); la presencia de Dios, como
nuestra Luz perpetua que nunca nos abandonará (Is 60:19; 2 Sam 22:29).
Para resumir, los judíos abundaban en interpretaciones simbólicas para
explicar lo que ellos entendían de las lámparas en su liturgia.
Pero
al entrar el Nuevo Pacto, las veladoras y las lámparas, junto con su
significado tomaron otro rumbo, los cristianos ahora las entendemos de
otra forma.
LOS CRISTIANOS, LA LUZ Y LAS VELADORAS
Desde
que comienza el Nuevo Pacto, el Nuevo Testamento veremos que la Luz y
las lámparas son sólo símbolos que nos dejan un mensaje cristiano:
Simeón expresa inspirado por el Espíritu Santo que Jesús es la “Luz para revelación a los gentiles”
(Luc 2:32); en el nacimiento de Cristo, una estrella más brillante que
las demás guió a los magos hasta donde se encontraba el Salvador (Mt
2:1-2); Él en su transfiguración, resplandeció tanto que el Evangelio
dice que sus vestidos eran tan blancos como la nieve, que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos
(Mc 9: 2-3); san Juan en el Evangelio siempre identifica a la Luz con
Cristo (Jn 1:5,9; 3:19; 5:35; 1 Jn 1:5 ), El mismo Cristo se autonombra:
“Yo Soy la Luz del mundo” (Jn. 8:12; 9:5; 12:46); mientras que
en el Apocalipsis, Cristo glorificado se representa de pie en medio de
los siete candeleros... su cabeza y cabellos son blancos como la lana,
tan blancos como la nieve, y sus ojos como llama de fuego (Ap 1:12-20),
en la Nueva Jerusalén ya no será necesaria la luz del sol ni de la luna,
porque la gloria de Dios la ilumina y el Cordero será su lámpara (Ap
21:23) ; nosotros, los seguidores de Jesucristo, nos llama a ser luz del
mundo, a alumbrar delante los hombres como testimonio cristiano (Mt 5:
14-16; Hch 13:47; 1 Jn 1:7), nos exhorta a estar velando como las
vírgenes con sus lámparas de la parábola (Mt 25:1-13; Lc 12:35).
VELADORAS EN LA IGLESIA Y EN LA RELIGIOSIDAD POPULAR
Algo
tan evidente en nuestra Iglesia es la presencia de luces y veladoras
casi en todos lados. La Iglesia ha admitido el uso de las veladoras en
la liturgia y su práctica en la religiosidad popular, siempre
percibiéndolas como símbolos que dejan mensaje cristiano, es decir, que
si encendemos veladoras o si la utilizamos es porque ya tenemos un
raciocinio del por qué lo hacemos, si esto no fuera así no tendría ni
caso ni sentido seguir utilizándolas.
La liturgia, como bien lo dice la Iglesia: es “acción” del “Cristo total” (Christus totus).
Los que desde ahora la celebran participan ya, más allá de los signos,
de la liturgia del cielo, donde la celebración es enteramente comunión y
fiesta [1]. Es decir, que la liturgia aunque se vale de algunos signos,
es trascendental, los cristianos participamos ya de la comunión
celestial.
Pero
aun así, la celebración sacramental se vale de signos y símbolos
materiales, que en la vida del hombre son importantes, pues a través de
ellos, percibimos y expresamos las realidades espirituales. Uno de esos
signos o símbolos, son la luz y las veladoras, que como en el Evangelio,
Jesús mismo se vale de estos símbolos para expresar las verdades
cristianas. La Iglesia, también se ha valido de este signo para
transmitir mensajes cristianos a los fieles, las veladoras y cirios en
la liturgia tienen distintos significados:
- Veladora: Siempre es percibida como signo de Luz, es signo de la Iglesia que como luz, debe alumbrar delante de los hombres
- En la Misa: hay al menos dos cirios en el altar, esto como símbolo de la presencia de Dios en la Misa y también como signo de homenaje de adoración al Creador; durante la lectura de los Evangelios hay dos veladoras encendidas, simbolizando que la Palabra de Dios es lámpara que guía nuestros pasos (Sal 119, 105)
- En el sagrario: Como símbolo de la presencia real de Cristo.
- Bautismo: los cirios encendidos se ponen en manos de los recién bautizados, o de sus padrinos, como la advertencia simbólica de preservar intacto el bautismo, para que puedan ir a recibir al Señor cuando venga a la boda.
- Confirmación: Como símbolo del compromiso de que le hacemos a Cristo, de brillar como luz ante los hombres.
- Ordenación: los candidatos para la ordenación y los novicios a punto de tomar los votos llevan luces como signo de que son hijos de luz.
- Excomunión: cuando se excomulga a alguien se le entrega una veladora, la cual durante la celebración del anatema o excomunión se le apaga la veladora como símbolo de que se ha separado de la comunión católica. Cuando se levanta la excomunión, al penitente se le entrega una vela encendida como símbolo de su reconciliación con la Iglesia.
- Cirio Pascual: El cirio pascual se enciende desde la vigilia pascual, es el símbolo de Cristo resucitado. La cruz evoca a su muerte y sus llagas. Las letras alfa y omega, que significan principio y fin y el año en curso, significa que Cristo es Señor de la historia. La llama encendida de nuevo fuego, representa a Cristo glorioso que ilumina a los creyentes.
Todos
estos símbolos de las veladoras en la liturgia siempre dejan un mensaje
cristológico, que insta al creyente a que siga fiel en su seguimiento
de Cristo.
Si
vemos en nuestros pueblos abundan las formas de utilizar las veladoras,
las encienden ante las imágenes, en procesiones, peregrinaciones, en
rezos, novenarios, en funerales, la Iglesia ha permitido estas
prácticas, instando al fiel creyente siempre a que vea el significado
cristiano que deja todo esto, ya que de otra forma estaríamos
prescindiendo de la razón y actuaríamos sólo por devoción sin sentido,
en mucho de los casos, hay creyentes que se van por lo último, y por eso
han caído en confusiones y sincretismos que rayan con el esoterismo.
La
Iglesia, en su papel de maestra, le ha dado sentido a las prácticas del
folklore que los pueblos católicos, así cada práctica tiene sus signos y
símbolos que expresan un mensaje evangélico al creyente, en este caso
las veladoras:
En procesiones y peregrinaciones: Simboliza que en el caminar por esta vida, nosotros andamos en la luz de Cristo (1 Jn 1:7)
En rezos y novenarios: Sabemos
que al recitar cosas inspiradas, estamos adorando a nuestro Dios, o
mostramos nuestro reconocimiento y cariño a nuestros hermanos los
santos, al llevar veladoras en un rezo, estamos demostrando que como
cuerpo orante, nos unimos en plena comunión aquí en la tierra con los
hermanos que ya están en el cielo con Dios (Ef 6:18, Stgo 5:16)
Funerales: el Cirio Pascual se coloca, en llamas, cerca del ataúd, como un recordatorio de los votos bautismales de difunto, de la salvación realizada por la muerte y resurrección de Jesús , y de la fe en la resurrección de los muertos y la esperanza de la vida eterna. En otras ocasiones las
veladoras se colocan alrededor de los cuerpos de los difuntos como
símbolos que aún viven en la luz de Cristo en quien creyeron (Jn 11:25)
Los
primeros cristianos encendían lámparas ante las reliquias de los
mártires y ante sus difuntos que se encontraban en las catacumbas como
un símbolo de la esperanza en la resurrección de los muertos.
Ante las imágenes:
Es muy común que muchos católicos, o mejor dicho, todo católico haya
ido a la iglesia a “dejarle un veladora a la virgencita o a un santito”,
la frase muchas veces nos suena popular, muchos van con la intención de
pedirle la intercesión a algún santo y por eso lleva las veladoras,
otros tal vez como muestra de agradecimiento, otros como una simple
muestra de cariño; si la Iglesia ha tolerado que le pongan a las
imágenes veladoras es porque percibe en ellas mensajes simbólicos: un
creyente debe saber ante todo que los santos no necesitan las veladoras,
ni mucho menos sus imágenes (pues no las ven), pero también es
comprensible que la persona venera no a la imagen sino al representado
en ella, ahora bien, para pedir la intercesión de los santos no es
necesario ni llevarle flores, ni veladoras, pues como hermanos nuestros,
ellos nos ayudan a orar con y por nosotros aun si no tenemos su imagen,
basta con dirigirnos a ellos y pedirles el favor de su intercesión,
pero pensemos en esto, cuando María ungió los pies de Jesús con un
perfume carísimo, uno de sus apóstoles, se molestó, porque sabía que
Cristo no necesitaba el perfume, sin embargo el Señor no se incomodó ni
mucho menos se enojó, ya que lo que para él contaba era el cariño y la
honra que ella le tenía (Juan 12), así es en el caso de los santos, para
nosotros no cuentan las veladoras, pues lo que importa es tratar de
imitar al santo en sus virtudes y el favor de pedirle su intercesión
cuenta desde el momento en que lo invocamos para pedírselo, esa es la
muestra verdadera de la veneración a nuestros hermanos los santos [2].
El símbolo que la Iglesia percibe en esta representación de llevarle
veladoras a las imágenes de los santos, es que el fiel, está recordando
que ese santo que está representado en la imagen fue luz ante los
hombres, y la llama de la veladora evoca a que el hermano santo sigue
alumbrando con su vida cristiana a los demás, para que veamos así su
testimonio cristiano a través de la historia (Heb 11:1-2, 38-39; Mt.
5:14).
Si en la Iglesia primitiva los cristianos encendían lámparas o veladoras ante signos y símbolos que les recordaban a Cristo [el ichtus,
el XP, los panes, etc.] era como una representación de que ellos eran
seguidores de la Luz; o bien ante las reliquias de los mártires que les
recordaba la comunión de los santos entre los que estaban en la tierra y
los que están en el cielo. Si ellos percibían un significado y un
mensaje cristiano de esta piadosa práctica, con mayor razón la Iglesia
moderna no abandona este modelo que deja mucha enseñanza a los fieles.
Es cierto que muchos “sirven a Dios, aunque no de acuerdo al celo”
(Rom 10:2), por eso es muy necesario que nos acerquemos a la Iglesia y
veamos qué es lo que enseña al respecto, pues sólo así, podemos
rectificar nuestras prácticas o bien que las abandonemos sino va de
acuerdo al celo con que la Iglesia de Cristo enseña, ya que de otra
forma podemos caer en errores.
¿PODERES EN LAS VELADORAS?
Sabemos
que el demonio no duerme, y en su afán de querer alejarnos de la
comunión con Dios, es capaz de confundirnos en nuestras convicciones
cristianas, tal como lo hizo con nuestros primeros padres Adán y Eva.
Por eso es importante perseverar en la oración y en la enseñanza de la
Iglesia, a no desviar nuestra Fe, ni creernos de cualquier espíritu.
Mucha
gente ya ha caído en el error del esoterismo o de la nueva era, han
relacionado muchas veces signos cristianos con la astrología, la
brujería y la santería, en este caso, a las veladoras les han asignado
ciertos “poderes” ya sea por su color o por su aroma desprende al
encenderse, si nosotros tenemos bien puesta nuestras
convicciones en Dios, sabemos que esto es un vil fraude de parte de
estas personas que como lobos rapaces que en su afán del dinero, solo
buscan confundir al rebaño de Cristo, ellos según dicen basándose en el
feng shui, karma, zodiacos que hay que encender ciertos colores de
veladoras para que influyan en nuestra vida y en nuestra “suerte”:
- Moradas: para la transmutación de energías u la apertura de las chacras.
- Marrones: para estimular la estabilidad y madurez, según ellos rige en acuario.
- Azules o rosas: rigen en tauro y libra. “Poseen” estimulos afrodisiacos. “Protegen” la laringe, garganta, faringe, tiroides, lengua, etc., etc.
- Blanca: rigen en cáncer, es para el hogar, tiene “poder” para purificar los organismos en general.
- Verde: Rige en tauro. “Sirven” para combatir la envidia.
- Roja: Rige en aries y espcorpion. Se prende para “pedir auxilio” para salir con bien de una intervención quirúrgica.
- Naranja: rige en leo. Es para solicitar la paz y tranquilidad.
Incluso
hay personas que se atreven a decir, que “si le enciendes una veladora
de tal color a san Judas, verás que se hará más efectivo el favor que le
pides”, me pregunto yo y ¿qué hubiera pensado san Judas si hubiera
escuchado esto?
Yo creo que se desmaya el pobre apóstol de Cristo, pues bien, a san
Judas los católicos sólo le pedimos el favor de que ore por y con
nosotros ante Dios, ya que él está más cerca de Él, estamos seguros de
que su oración de intercesión es escuchada.
Pero
otro gran error, es el fenómeno del culto a la mal llamada “santa”
muerte, a la cual sus adeptos les encienden veladoras de acuerdo al
color con el que está representada, muy grave, pues ellos hacen para
adorarla y lo peor es que creen que por los “poderes mágicos” de las
veladoras será más efectivo que la muerte los escuche yendo en su ayuda.
Sin
duda alguna, vemos que hay idolatría y bien escondida bajo los colores
de las veladoras, si estamos con Dios ¿qué nos podrá pasar? Jesús dijo
que Dios Padre hasta los cabellos de nuestra cabeza los tiene bien
contados y que no puede caer a tierra ni siquiera un par de
gorrioncillos si no es voluntad de Él ¿Acaso no valemos mucho más que
los pajaritos? ¡Claro que sí! (Mt 10:29-31). ¿Acaso no es Dios el
todopoderoso? Por supuesto que sí, Entonces, ¿por qué ahora permitimos
dejarnos llevar por el mundo y más aún por el demonio? ¿Por qué debemos
confiar en fetiches o veladoras inertes para que nos ayuden?
CONCLUSION
Esas
cosas traídas del nuevo paganismo del siglo XXI, está infiltrándose
poco a poco en los fieles católicos; no permitamos que esto ocurra,
¿acaso nos hemos vueltos lentos para entender?, san Pablo nos dice: “Ustedes
deberían ser maestros después de tanto tiempo, y en cambio ustedes
necesitan que se les vuelva a enseñar los primeros pasos de las
enseñanzas de Dios. Necesitan leche y no alimento sólido. El que se
queda con la leche no entiende todavía el lenguaje de la vida en santidad,
no es más que un niño pequeño. A los adultos se les da el alimento
sólido pues han adquirido la sensibilidad interior y son capaces de
distinguir lo bueno de lo malo”. (Heb. 5:11-14)
Vivamos
de acuerdo a lo que enseñan las Sagradas Escrituras y la Iglesia, y
confiemos en solamente en Dios, preocupémonos en la forma de agradarle,
esa es la única forma de poder madurar en la Fe.
No
olvidemos hacer brillar nuestra luz delante de los hombres, tampoco
olvidemos velar en todo momento con nuestras lámparas porque no sabemos
cuándo vendrá el Novio, esto es lo esencial y lo primordial, pues esto
lo enseñó Jesucristo Nuestro Señor.
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[1] CIC 1136
[2]
Podemos decir lo mismo acerca de que si Dios necesitaba las veladoras
de los candelabros (que eran de oro), por supuesto que los judíos esto
lo hacían porque Dios se los pidió, pero pues es el complemento de la
obediencia a sus mandatos y de la adoración sincera al Señor, porque no
podemos hacer una cosa contradiciéndonos con la otra, si encendemos
veladoras a los santos también debemos mostrar a que eso nos inspire a
su imitación.
“El
candelero es la Iglesia, porque el Verbo de Dios brilla a través de su
predicación. Es así como los rayos de su Verdad pueden iluminar al mundo
entero” (san Máximo el confesor)
“Seamos
resplandecientes y nuestras lámparas sean brillantes. Como hijos de la
luz ofrecemos cirios a la verdadera Luz que es Cristo”. -san Cirilo de Alejandría
“El
hecho encender veladoras a las imágenes de los santos no se trata tanto
de ‘alumbrar al santo’, si bien algunos lo hacen por devoción, cariño o
admiración del santo, lo que hacemos es una representación de la frase
evangelica: la luz, es decir el testimonio de vida de los santos
cristianos siguen alumbrando delante de los hombres”.
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