lunes, 12 de septiembre de 2011

¿Qué clase de admiración tienes por Jesús?

¿Qué clase de admiración tienes por Jesús?

¿Sabes que él es tan poderoso que todo lo que tiene que hacer es tener un pensamiento y tomar una decisión, y ya se cumple? El centurión en la lectura del Evangelio de hoy supo esto. Es el centro de la creencia de la fe verdadera. Es el tipo de fe que debemos tener cuando rezamos durante la Misa -en el texto revisado en Ingles del Misal Romano-"Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y..."
Toma un momento para reflejar en admiración cómo Dios está involucrado completamente en tu vida. Antes de que le pidas su ayuda, e incluso antes de que supieras que necesitabas su ayuda, él ya lo sabía todo. Él supo lo que sucedería y cuando sucedería y cómo ayudarte de la mejor manera posible. Él supo también cómo utilizar esto para ayudarte a crecer en santidad. A pesar de cuán difíciles tus dificultades lleguen a ser, nuestro amado Padre tiene la autoridad que es mucho más grande que el problema más grande que puedas tener.
Si tú crees esto, tienes fe como la del centurión.
¿Pero qué tal la fe del esclavo? ¿Creyó él (o ella) en la autoridad de Jesús para poder proporcionar una sanación? ¿Pidió el esclavo tan siquiera la sanación? Nosotros no lo sabemos, pero no importa. El centurión y sus amigos judíos intercedieron por el esclavo. La autoridad que Jesús tuvo - y su preocupación compasiva - fue tan poderosa y tan completa que él no necesitó escuchar un pedido de la propia boca del esclavo. El respondió a las personas que se preocuparon por él.   Fue su amor y su creencia en la autoridad de Jesús lo que abrió camino para un milagro.
Si has estado orando por alguien cuya fe en Dios es inexistente o apenas viva, recuerda que Jesús puede ayudar aún desde lejos, porque su autoridad es mucho más grande que la rebeldía de alguien o su resistencia o su incredulidad. Sin embargo, quizás parezca que tus oraciones no están haciendo ningún bien, porque tú sólo puedes ver lo que es obvio. Recuerda esto: Hay mucho más que está ocurriendo que lo que podemos ver. Dios sabe cómo trabajar con la libre voluntad de esa persona para ayudar a su alma de la mejor manera posible.
Nosotros no podemos tener una visión completa. Lo que si sabemos con certeza es que hay mucho más que no sabemos. ¿Basaremos nuestra fe en lo que podemos concebir con nuestros muy limitados cerebros - o en el Jesús que siempre responde a nuestro amor por los demás? En su compasión, él redirige nuestras oraciones hacia lo que más ayudara a su salvación, porque él quiere pasarse la eternidad con ellos infinitamente más que nosotros.
Como nos indica la primera lectura de hoy, Jesús es el mediador entre Dios y la humanidad. Con una palabra de Jesús, la voluntad de Dios es cumplida. El centurión habló una verdad profunda cuando él dijo, "Solo da la orden y mi sirviente será sanado".   Esta es la base de nuestra oración siempre que recibimos a Jesús en la Eucaristía: " Señor, no soy digno que entras en mi casa, pero dime una palabra y eso bastara" ". En esta oración, reconocemos la autoridad de Cristo. Con esta fe, hay mucho que Dios puede lograr.