domingo, 6 de enero de 2008

CURSO BIBLICO 12

TEMA 12: LOS POBRES SON EVANGELIZADOS

EL EVANGELIO DE LUCAS

TEXTO: Todo el Evangelio de Lucas

(Para el Encuentro comunitario: Lc 12, 22-34)


CLAVE BÍBLICA


0. INTRODUCCION: LUCAS-HECHOS, UNA OBRA EN DOS VOLÚMENES.

Para nuestra lectura hacemos una separación metodológica de lo que se escribió para ser leído conjuntamente; el tercer evangelio y el libro de los Hechos son una obra en dos volúmenes; así nos lo indica claramente el prólo­go de Hechos ("En el primer volumen...", nueva dedicatoria a Teófilo, etc). La misión universal, la promesa del Espíritu y la ascensión cierran el pri­mer volumen (Lc 24,47-51) y abren el segundo (Hch 1,4.8s.). Numerosos rasgos literarios y teológicos confirman la unidad de ambas obras, separadas arti­ficialmente al juntar el cuarto evangelio a los sinópticos. No es improbable que en ese momento de la canonización tanto el final de Lc como el inicio de Hch hayan sufrido algún retoque.


1.NIVEL LITERARIO

1.1.Presentación del contenido

Lc es el más original de los evangelios sinópticos, pues, de sus 1.149 versículos, más de 500 son propios suyos, es decir, su contenido no está en Mc ni Mt; en algunos casos tiene una especial cercanía al cuarto evangelio; por ejemplo, conoce a Marta y María (Lc 10,38-42), y una historia de pesca mila­grosa (Lc 5,4-9), e incluye en su evangelio un pequeño "sermón de la cena" (Lc 22,24-30). El orden de los materiales es el sinóptico: infancia, preparación, ministerio en Galilea, subida a Jerusalén, ministerio en Jeru­salén, pasión y resurrección; pero también aquí Lc tiene una peculiaridad: la extraordinaria extensión del "camino" a Jerusalén, casi diez capítulos (9,51-19,28), frente a un solo capítulo en Mc y dos en Mt.

1.2. Terminología significativa.

Cada evangelista tiene su terminología predilecta, que es signo de su concentración teológico-espiritual. Algunos términos predilectos del tercer evangelio (en los cuales supera a los otros) son: salvar y salvación, pobre, compasión, mujer y niña, siervo, samaritano, pecado y pecador, perder/se, levantar o resucitar y resurrección, camino (20 veces en Lc y otras 20 en Hch) y caminar, santo, gozo y gozar, Señor, maestro y enseñar, Espíritu, servir, humillar y humillación.Otra terminología, también propia de Lc, de menos carga teológica, nos habla de su competencia como escritor. El tercer evangelio emplea 2.055 palabras diferentes para un total de 19.404 usos; es una gran riqueza de léxico.

1.3. Organización del material o estructura.

Aunque el segundo volumen deja entrever una posible estructura autóno­ma, presentamos ahora la estructura global de la obra lucana.La separación de épocas y personas (tiempo de preparación o del Bautista, tiempo de Jesús, y tiempo de la iglesia -importancia de la ascen­sión-), la centralidad de Jerusalén, el avance geográfico y étnico de la misión cristiana, la tenden­cia del autor a la simetría y equilibrio en la narración, etc. son los cri­terios que permiten detectar la forma de su trabajo teológico-artístico. Lo esquematizamos del modo siguiente:



A. Prólogo a toda la obra (Lc 1,1-4)
B. Presentación provisional de la obra y destino de Jesús (1,5-3,20)
C. Investidura profética de Jesús (3,21-4,13)
D. Actividad profético-salvífica de Jesús:
a. En la lejana Galilea y alrededores (4,14-9,50)
b. En la subida ("camino") a Jerusalén (9,51-19,28)
c. En Jerusalén (19,29-21,38)

d.Pasión-Resurrección-Envío-Ascensión (22-24)

A'. Nuevo prólogo (Hch 1,1-2)
B'. Presentación provisional de la comunidad y su tarea (1,3-26)
C'. Investidura profética de la comunidad (2,1-4)
D'. Actividad profético-salvífica de la comunidad:
c’. En Jerusalén (2,5-8,3)
b'. En la bajada (Judea y Samaría)(8,4-11,18)
a'. Hasta los confines de la tierra (11,19-28,16)
A''. Epílogo a toda la obra (28,17-31).

El autor ha trazado un paralelismo completo entre la presentación de Jesús y la de su comunidad de seguidores. La geografía de ambas actividades proféticas se desarrolla en dirección inversa, teniendo a Jerusalén como punto de llegada y de partida respectivamente.

Su interés por separar adecuadamente las distintas épocas de la histo­ria de la salvación se observa en datos tan extraños como narrar el encarce­lamiento del Bautista (Lc 3,20) antes del bautismo de Jesús (Lc 3,21s.); para Lc el Bautista es un profeta del Antiguo Testamento, y por eso en su presentación imita el comienzo de los libros proféticos (Lc 3,1-2).

El tiempo de Jesús y el de la Iglesia se separan por medio de la as­censión (único autor del NT que la narra; y de su narración debe de depender el dato en el "suplemento canónico" al segundo evangelio: Mc 16,19). También esta separación tan tajante va a tener algunas consecuencias, como por ejem­plo que el libro de los Hechos no conceda a San Pablo el título de apóstol, seguramente por no pertenecer al tiempo de Jesús.

El deseo de dar centralidad a Jerusalén ha llevado al autor a locali­zar todas las apariciones pascuales en dicha ciudad, en contra de la tradi­ción transmitida por Mt y Mc. En Hch también ha originado una serie de des­plazamientos.


2. NIVEL HISTORICO

2.1. Ubicación de la comunidad lucana

2.1.1.Predominantemente pagano-cristiana. Fuera de Palestina
El material típicamente judío-palestinense ha desaparecido casi por completo de este evangelio, seguramente porque resultaba ininteligible o inútil a los destinatarios. Es interesante a este respecto un estudio compa­rativo del sermón del monte en Lc (6,20-49) y en Mt (5-7). El tercer evange­lista no parece entender lo de pegar en la mejilla "derecha" o lo de acompa­ñar a quien te fuerce a ello (Mt 5,39.41//Lc 6,29); lo primero, un castigo sinagogal; lo segundo, una humillación infligida por representantes del poder de ocupación en Palestina. El detalle de "excavar, ahondar y poner cimiento" (Lc 6,48) es el modo de construir en Grecia, bien distinto del de Palestina (Mt 7,24).

Tampoco parece estar el autor muy al corriente de cómo se realizaba la práctica del nazireato, pues los cabellos tenían que ser cortados y quemados en el templo de Jerusalén, no en otro lugar(cf.Hch 18,18).

Hay interés por los encuentros de Jesús con extranjeros o paganos, y por mostrar que pueden entenderse bien con los judíos (Lc 7,3), signo quizá de que se piensa en una comunidad mixta; pero se omite cuanto pueda resultar humillante para el paganismo (cf.Mc 7,24-30; Mt 15,21-28).

Finalmente hay buen motivo para suponer que la comunidad destinataria es de origen paulino o, al menos, un lugar donde se tiene gran aprecio por la herencia paulina.

2.1.2.Necesita legitimarse sin renunciar a su helenismo

La segunda parte de la obra lucana es el testimonio de que Dios emplea todos los medios para garantizar la evangelización de los paganos y su pro­pia identidad. Pedro y Pablo, dos judíos ortodoxos y celosos de la ley, son "violentados" por Dios (Hch 9,10; 10,15) y convertidos en apóstoles de paga­nos, a los que se concede el bautismo sin otra condición que la fe (Hch 11,17; 15,10s.).

Ya el cántico de Simeón proclama a Jesús "salvación", que se traduce en "luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel" (Lc 2,30-32). Y Jesús en su ministerio profetiza que "vendrán de oriente y occi­dente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios" (Lc 13,29).

El tema será retomado por Pedro después de pentecostés:"vosotros sois los hijos de los profetas y de la alianza que Dios estableció con vuestros padres al decir a Abraham: 'en tu desdendencia serán benditas todas las familias de la tierra'" (Hch 3,25). Y, en la Asamblea de Jerusalén, Santia­go, citando Amós 9,11s., da a entender que la entrada de los paganos en la Iglesia es algo necesario para que se cumpla el plan de Dios (Hch 15,17).

Finalmente la conclusión de Hechos es la afirmación solemne de la uni­versalidad de la salvación: "Sabed, pues, que esta salvación de Dios ha sido enviada a los gentiles" (Hch 28,28).

2.1.3.Comunidad de "pequeños" amenazada por el ambiente circundante

La redacción lucana de las Bienaventuranzas (Lc 6,20ss.) puede ser un indicio de las condiciones en que se encuentra la comunidad destinataria. No se trata de pobres "de espíritu" o de perseguidos "por causa de la justi­cia", sino de pobres y perseguidos, sin más. Se redactan en segunda persona, no como una bella teoría, sino como oferta de confianza en el Padre a perso­nas que experimentan la cruda realidad del sufrimiento.

La exhortación a no temer a quienes matan el cuerpo (12,4) y a confe­sar a Cristo ante los hombres y ante los tribunales (12,8ss.) orienta quizá hacia una comunidad de indefensos y perseguidos, gentes sin poder y a merced de los poderosos, que sólo pueden confiar en la providencia. Es significati­vo que sólo el tercer evangelio nos haya conservado el dicho de la ternura "no temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino"(12,32). Los creyentes viven la paradoja de carecer de seguridades humanas y vivir en la seguridad total:"hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados"(12,7).

En ningún evangelista destaca tanto como en Lc el elogio del pobre (cf. Lc 21,1-4) y el peligro de la riqueza, que puede llevar a la insensibi­lidad (Lc 16,19ss.). El Jesús de Lucas no es adorado por los ricos magos (Mt 2,1-12), sino por los pobres pastores (Lc 2,8ss.). El hecho de que el Padre haya revelado sus designios a los pequeños es para el Jesús lucano motivo de gozo en el Espíritu (10,21); se trata de una particularidad redaccional muy significativa del tercer evangelio (cf.Mt 11,25). Por lo demás, en materia de pobreza, Lucas quiere que sus fieles no pequen ni de deseo (12,33s.).

2.2. Datación de la obra lucana

2.2.1. De segunda o tercera generación cristiana

Una tendencia apologética del siglo segundo, repristinada por los católicos de los siglos dieciocho y diecinueve contra los excesos del pro­testantismo liberal, tuvo un especial interés en vincular cada evangelio lo más estrechamente posible a algún apóstol concreto. Recientemente han apare­cido de nuevo esas tendencias en algunos investigadores católicos, que se esfuerzan por demostrar que la redacción de los evangelios es cronológica­mente casi inmediata a la vida terrena de Jesús, minimizando la importancia de la tradición cristiana preevangélica. Documentos oficiales de la Iglesia han calificado de fundamentalistas dichas posturas.

Por lo que al tercer evangelio se refiere, el autor sabe que entre Jesús y él ha existido una generación de predicadores y otra de escritores (Lc 1,1-4). No se presenta a sí mismo como un testigo ocular de lo que na­rra, ni tampoco como el secretario de alguno de los testigos oculares, sino más bien como investigador de una rica y fiable tradición, oral y escrita. Son "muchos" los que han escrito antes que él. El habla, ciertamente, de "las cosas que se han verificado entre nosotros"(1,1); pero, a la luz del contexto, debe tratarse de un "nosotros" escatológico-eclesial.

La redacción lucana del discurso escatológico, en una serie de rasgos, sugiere que el autor conoce la destrucción de Jerusalén del año 70. Así la predicción de la destrucción del templo (Mc 13,2) se convierte en predicción de la destrucción de Jerusalén "cercada por ejércitos"(Lc 21, 20). Y el texto "tus enemigos te rodearán de empalizadas, te cercarán y te apretarán por todas partes"(Lc 19,43) se corresponde demasiado bien con el de Flavio Josefo en su descripción de la guerra. Sin duda, en el discurso lucano hay 'varticinia ex eventu'. En esta misma clave deberá leerse el texto "vuestra casa se quedará vacía" (Lc 13,35).

En el segundo volumen de Lucas, seguramente no muy posterior al evan­gelio, Pablo aparece con algunos rasgos legendarizantes, lo que permite suponer que ya hace tiempo que ha muerto. Del hecho de que Lucas no narre el desenlace del proceso contra Pablo no puede deducirse que todavía estaba en curso. La intención del libro de los Hechos explica esa ausencia de informa­ción; y, por lo demás, el texto de Hch 20,25ss. demuestra que el autor sabe muy bien que Pablo ha muerto.

2.2.2. Indicios de creciente institucionalización eclesial

Es lo que la investigación protestante alemana de hace un siglo llamó "protocatolicismo". La obra de Lucas no ha suprimido por completo la espera en la próxima vuelta del Señor, pero es indiscutible que le ha puesto sordi­na. El Hijo del Hombre glorificado a la derecha del poder de Dios (Lc 22,69) ya no está "viniendo sobre las nubes del cielo" (cf.Mc 14,62).

Esta previsión de duración de la historia hizo que la Iglesia se pro­veyese de instituciones que le garantizasen la continuidad en su identidad. Ante todo hace falta dar sucesores y colaboradores a los apóstoles; y así en Lc 22,26 ya no se trata de la corriente contraposición entre primero y últi­mo, sino entre "el que manda y el que sirve". En el libro de los Hechos aparecen muy pronto "los Siete" como un complemento en el gobierno de la comunidad que cada vez se hace más compleja. Y, tras el llamado "primer viaje" de Pablo y Bernabé (Hch 13-14), se afirma que han establecido presbí­teros en cada comunidad que han fundado (14,23). (Téngase en cuenta que la palabra "presbítero" no existe en las cartas paulinas comúnmente admitidas como auténticas).

Un interés muy especial como testimonio de la conciencia de prolonga­ción de la historia lo constituye la alocución de Pablo a los presbíteros de Efeso (Hch 20,18-35). En ella se manifiesta claramente la problemática de una época postapostólica. El apóstol es contemplado como un ejemplo edifi­cante que debe ser imitado por la nueva jerarquía. El Espíritu Santo (20,18) proporciona a la Iglesia quienes prolonguen la acción apostólica, ayuden a permanecer en la sana doctrina y protejan al rebaño de la amenaza de here­jías (20,29s.). Hay, pues, una institución jerárquica, una sucesión apostó­lica, una problemática de confrontación entre la sana doctrina y las here­jías incipientes. Es un ambiente muy semejante al reflejado en las cartas pastorales.

Otro dato a tener en cuenta es la nivelación entre paulinismo y petri­nismo que se percibe, sobre todo en el libro de los Hechos (y que no está completamente ausente en el tercer evangelio). Parece que las diversas for­mas de cristianismo han perdido ya sus aristas, y no hay inconveniente en poner en boca de Pedro un discurso típicamente paulino (Hch 15,9-11).

2.2.3. ¿Por los años 80?

La perspectiva de Jerusalén destruída obliga a situar la obra después del año 70; y la relación amistosa paulinismo-petrinismo orienta hacia una época en la que el cristianismo de Judea, históricamente suspicaz frente al apostolado paulino, ha perdido su influencia. Parece que la voz cantante la lleva el cristianismo de origen gentil.

Por otra parte, la obra tuvo que ser redactada en una época en la que todavía no eran de dominio público las cartas paulinas; ellas habrían obli­gado a modificar notablemente la imagen de Pablo que Hechos ofrece. Esto no permite retrasar demasiado la composición de la obra lucana.

Finalmente, la valoración más bien positiva de la justicia ejercida por el imperio romano (cf.Hch 21,35; 23,17ss.29; 24,23; 25,24s.; 27,3) su­giere que el autor no conoce la persecución general contra los cristianos decretada por Domiciano (años 93-96 ca.).

Visto todo, parece que la fecha más probable de redacción de la doble obra lucana debe ser la década de los 80.

2.3. Autor de Lucas-Hechos

2.3.1. La identificación de "Lucas" y su relevancia

La identificación personal de cada evangelista ha perdido importancia en los últimos decenios, debido a un mayor conocimiento de la naturaleza de los evangelios y al retroceso de la apologética. El evangelista individual es contemplado hoy no principalmente como un testigo ocular de lo que escri­be, sino como un teólogo, literato y, quizá, pastor, que organiza desde un deter­minado punto de vista y unas inquietudes concretas la tradición evangé­lica de que dispone su iglesia. Naturalmente que su eventual condición de testigo ocular o discípulo de testigos oculares en nada perjudicaría la tarea que se le asigna; más bien podría ser fuente de enriquecimiento.

El tercer evangelio, como los demás, fue escrito y divulgado sin el nombre de su autor. Hacia finales del siglo segundo o principios del terce­ro, el copista que escribe el papiro 75 (llamado Bodmer XIV) pone al final la indicación "evangelio según Lucas". De los años 170-180 es el llamado "Canon de Muratori", en cuyo prólogo se lee:"La tercera redacción evangélica es: según Lucas. Lucas era médico de profesión. Después de la ascensión de Cristo, Pablo lo tomó consigo, porque era un buen literato. Lucas escribió su narración de oídas(...)". Muy poco posterior debe de ser el testimonio de S.Ireneo: "También Lucas, el seguidor de Pablo, escribió en un libro el evangelio tal como aquel lo predicaba" (Adv.Haer.3.1,1). Toda la tradición posterior se deriva de estos dos testimonios, que quizá no sean independien­tes entre sí. Por lo demás, Ireneo no alude a una tradición que a él se le impone, sino que hace su deducción, o al menos justificación, desde determi­nados pasajes de Hechos.

Tradicionalmente se ha defendido la autenticidad lucana del tercer evangelio y Hechos con el argumento de que, si se tratase de una atribución creada por la Iglesia para salir airosa en una polémica, se habría optado por el nombre de un apóstol. Actualmente, sin embargo, tanto en este caso como en el de Marcos, se cuenta con la posibilidad de que, ya antes de la polémica, existiese una tradición que vinculaba estos evangelios con dos nombres concretos; el paso apologético habría consistido en identificar esos nombres con personajes homónimos conocidos por la historia neotestamentaria. El testimonio externo no permite en la actualidad una decisión segura acerca del autor del tercer evangelio.

2.3.2. ¿Qué decir de la filiación paulina de Lc-Hch?

Mucho más importante que un nombre es una identidad personal. La in­sistencia tradicional en el nombre Lucas obedece al interés por vincular la obra lucana al apóstol Pablo. De Lucas interesa su supuesto haber sido dis­cípulo de Pablo.
Ya hemos visto cómo los dos testimonios más antiguos acerca de Lucas nos hablan de su dependencia de Pablo. Tres textos neotestamentarios mencio­nan igualmente a Lucas discípulo de Pablo: Flm 24; Col 4,l4; 2Tim 4,11 (de éstos al menos el primero es autético, lo cual da fiabilidad inicial al resto de la tradición).

El testimonio externo fue completado, ya por Ireneo, con argumentación interna, concretamente con los pasajes "nosotros" del libro de los Hechos: en Hch 16,10-17; 20,5-15; 21,1-18; 27,1-28,16 el autor escribe en primera persona del plural, presentándose a sí mismo, al parecer, como compañero del protagonista. Pero a este argumento se le ponen modernamente muchas objecio­nes: dichos pasajes están casi vacíos de contenido, son pura descripción de cuatro travesías marítimas, es incluso difícil que sean el diario de un marinero, pues es de suponer que Pablo no viajó siempre "en la misma compa­ñía"; para algunos podría tratarse simplemente de un recurso estilístico para dar vivacidad al relato. Los pasajes "nosotros" hoy por hoy no resuel­ven el problema.

La crítica interna debe preguntar más bien por el paulinismo de los Hechos y por la autenticidad de la figura de Pablo que allí se presenta. Nadie ignora que el Pablo de los Hechos está notablemente idealizado, que el autor, por exigencias de su teología, le niega hasta lo más querido para él: el título de apóstol; que la teología de Hechos no tiene el frescor y radi­calidad del pensamiento paulino originario, que el autor pone en boca de Pablo afirmaciones que él muy difícilmente habría pronunciado (v.gr.Hch 13,31s. contra 1Cor 15,8s.; Hch 17,30 contra Rm 2,1; etc.). De aquí, sin embargo, no se puede extraer una conclusión apodíctica, ya que un discípulo no está obligado a pensar siempre y en todo como su maestro, y una nueva situación eclesial puede llevar a repensar figuras y doctrinas del pasado. Por todo ello el resultado con que podamos quedarnos debe ser modesto: no es absolutamente imposible que el autor de Lc-Hch haya sido un compañero o discípulo de Pablo, pero está claro que no escribió en cuanto discípulo de Pablo, sino desde una reflexión histórico-teológica propia, y, eso sí, en un ámbito en el cual la figura de Pablo -mejor o peor conocida en aquel momen­to- significaba mucho.

2.3.3. Fisonomía elemental del autor

Como en los demás evangelios, en Lc se entremezclan textos tradiciona­les con pasajes creados directamente por el autor; por ej. Lc 1,1-4 (prólogo a la obra). En esas creaciones propias se observa una buena formación lite­raria, y en los demás pasajes constante tendencia a mejorar el estilo de las fuentes, con corrección, elegancia y riqueza de recursos léxicos y sintácti­cos. De vez en cuando usa el modo verbal optativo, más bien raro en la len­gua koiné vulgar que predomina en el Nuevo Testamento.

Una característica típica de Lc es la imitación consciente del estilo de la Septuaginta (LXX) o versión griega del Antiguo Testamento, por ej. en el giro frecuente "y sucedió que...". Evidentemente está familiarizado con las antiguas escrituras, que también cita con soltura y acierto, a pesar de su indudable procedencia helenística.

El texto de Col 4,14 habla de "Lucas, el médico querido". En la polé­mica acerca del autor de Lc-Hch se esgrimió frecuentemente el argumento de los especiales conocimientos médicos que al parecer se manifestaban en la doble obra. Estudios léxico-estadísticos actuales demuestran que nuestro autor no conoce de medicina más de lo que pudiera conocer cualquier hombre culto de su tiempo.



3.NIVEL TEOLOGICO

3.1. El Cristo confesado en la comunidad lucana

3.1.1 El liberador de los oprimidos

Lc da un relieve especial a la comparecencia de Jesús en la sinagoga de Nazaret (4,16ss.), cambiando para ello el orden que encontró en la narra­ción marquina; sin duda lo hizo porque su tradición le ofrecía aquí un mate­rial útil para la presentación programática de Jesús. La palabras del Deute­roisaías dejan clara la misión de dar y causar nueva noticia entre los po­bres y oprimidos.
El canto de María habla ya de un Dios que "ha mirado la humillación de su esclava (...),ensalza a los humildes, a los habrientos llena de bienes" (Lc 1,48.52s.). La curación de endemoniados (4,31-37; 9,37-43), le­prosos (5,12-16; 17,11-19), mujeres (8,42-48; 13,10-13); la resurrección del hijo único de una viuda (7,11-15), etc. nos hablan de un salvador que traba­ja predominantemente en la marginalidad.

3.1.2. Realiza su programa desde lo que no cuenta...

Ya en el diálogo programático de la sinagoga de Nazaret sugiere Jesús que la salvación puede desplazarse hacia donde no se espera (4,25-27). Los primeros llamados a su seguimiento son unos pescadores de Galilea (Galilea de los gentiles!) (Lc 5,1-11) y un despreciado recaudador filorromano (5,27s.). Posteriormente se nos informa sobre mujeres (8,2-3); y sobre otro despreciado en cuya casa "ha entrado la salvación" (19,9). Y en la parábola del banquete habla de los "pobres, lisiados, ciegos y cojos" y los que andan por "caminos y cercas" como de los que responden a la invitación (14,21-23).

El libro de los Hechos deja claro que la expansión del cristianismo es obra principalmente de los helenistas (grupo secundario de la comunidad primitiva, cf. 6,1s.), de Pedro, pecador recuperado (Lc 22,31s.), y de Pa­blo, el gran derrotado por Dios (Hch 26,14) y por los hombres.

3.1.3...y lo consuma desde la cruz, perdonando y fiado del Padre

El anciano Simeón presenta ya a Jesús como bandera discutida y profe­tiza dolor para su madre(Lc 2,34s.), y la voz del cielo en el momento del bautismo (2,22) evoca el destino de Isaac y el del Siervo de Yahvéh. La enseñanza constante de Jesús es la de la autonegación y la renuncia incluso a la propia vida (9,23ss.;14,26).

Jesús mismo es vícitma de la personificación del pecado y del mal (22,3), y de las manifestaciones particulares de la hipocresía y maldad humanas (23,1s.). Frente a ellas aparece toda la impotencia del kenótico, que, sin ser convicto de la menor culpa (23,22-25), en vez de presentar resistencia, acepta mansamente el suplicio de la cruz. El, que había enseña­do encarecidamente el perdón de los enemigos(6,27ss.), concluye su vida como el Siervo: intercediendo por los culpables (Lc 23,34;cf.Is 53,12) y seguro de que no quedará avergonzado por haber puesto su vida en manos de su aboga­do (Lc 23,46; cf. Is 50,9).

3.1.4. Sigue con los suyos por medio de su Espíritu

Por haber entregado generosamente su vida, Jesús "verá descendencia" (cf.Is 53,10). El Espíritu, que permanentemente le ha acompañado a él, acom­pañará en el futuro a los suyos, para que lleven adelante su misma empresa. Ese Espíritu es el don del Padre por excelencia (Lc 11,13), y el que, en ausencia de Jesús, será la fuerza de los suyos (Lc 24,49; Hch 1,4s.). La narración de Hechos presenta al Espíritu como el responsable de cada nuevo paso que se dé en la misión.

3.2. La Iglesia querida por ese Cristo

3.2.1. Creada y guiada por el Espíritu, prolonga el estilo de Jesús

En la vida de los discípulos con Jesús tiene ya su prehistoria o pre­figuración. Al igual que Jesús, también ellos predicaron la buena noticia, curaron enfermos y endemoniados (Lc 9,6;10,17), derrotaron prolépticamente el poder de Satanás (10,18).

Con la recepción del Espíritu en Pentecostés, la Iglesia se pone en marcha, predica (Hch 2,14; 3,12; 4,33), cura (Hch 3,1-9), forma grupo alter­nativo en medio de la sociedad (Hch 2,42-47; 4,32-35), se acerca a los des­clasa­dos (Hch 8,5.29), etc.

3.2.2. Sus grandes protagonistas son los débiles

Los pescadores de Galilea, algunas mujeres y los insignificantes pa­rientes de Jesús (Hch 1,13s.), que en su día no pudieron rescatarle con un cordero debido a su pobreza (Lc 2,24), son quienes ahora realizan la gran empresa. Las autoridades se extrañan de que unos hombres iletrados puedan hablar (Hch 4,13) con audacia y fuerza persuasiva al pueblo. Esteban, que hablaba lleno de la fuerza y sabiduría del Espíritu (Hch 6,8-10), termina ajusticiado; pero, justamente porque se teme el influjo de su palabra, sus compañeros serán expulsados por las autoridades religiosas de Jerusalén (Hch 8,1). Mas la persecución no les corta las alas; llevarán el evangelio a Samaría, Chipre, Fenicia y Antioquía (Hch 8,5; 11,19), y tomarán la inicia­tiva de ofrecer el mensaje cristiano a los paganos (11,20).

Santiago será ejecutado, Pedro encarcelado (Hcf 12,2s), Pablo y Berna­bé perseguidos, afrentados, y lapidados (Hch 13,50; 14,5). A pesar de ello, la Palabra de Dios crece, se multiplica, se expande; y "las iglesias se afianzaban en la fe y crecían en número de día en día"(Hch 16,5).

3.2.3. Destruye todo tipo de barreras

El universalismo es característico de toda la obra lucana. El anciano Simeón entendió a Jesús no sólo como gloria de Israel, sino también como luz para alumbrar a las naciones (Lc 2,32). Jesús en su actividad terrena se acerca a los paganos, elogia su fe (7,9) y cura sus males (8,26ss.); tiene especial predilección por los samaritanos, hasta presentarlos como modelo de caridad (10,25-37); integra a las mujeres en su compañía y seguimiento (8, 2-3; 10,38-42); rehabilita a los pecadores públicos (5,27; 7,­50; 19,9); promete el paraíso al buen ladrón (23,43);...

Los seguidores de Jesús ofrecerán su mensaje a los samaritanos (Hch 8,5), a los temerosos de Dios (8,27ss; 10,2ss.), a los paganos (11,20); y el autor no concluye su "historia de la iglesia" hasta que el evangelio no haya llegado a la capital misma del paganismo (Hch 28,16-31).

3.2.4. Concede especial relevancia a la mujer

Siempre se ha considerado a Lucas como el evangelista de María; y, en efecto, es el que más datos proporciona sobre ella. Mientras que en Mt el protagonista del evangelio de la infancia es José, en Lc lo es María. Ella recibe el anuncio del nacimiento de Jesús y da su consentimiento, visita a su pariente Isabel y recibe de ella el título de "la creyente" y "madre de mi Señor" (Lc 1,43.45), entona cánticos de alabanza a Dios, y medita los misterios en su corazón (2,19.51). Posteriomente, durante el ministerio de Jesús, será alabada por su categoría de madre suya (11,27).

Pero el evangelista menciona y elogia a otras muchas mujeres: la pro­fetisa Ana, Isabel, la hemorroísa, la viuda de Naín, la pecadora que unge a Jesús, las mujeres que le siguen, Marta y María en cuya casa se hospeda, la encorvada a quien Jesús cura, la anciana que echa la limosna en el cepillo, las de Jerusalén que se lamentan de la pasión, las que observan el sepelio, visitan la sepultura y reciben el anuncio de la resurrección. Es de notar que ninguna mujer recibe un reproche de labios de Jesús por ningún motivo, sino todo lo más alguna invitación a crecer en la fe (Marta, y las de Jeru­salén).

El libro de los Hechos vuelve a presentar una serie de mujeres a las que concede categoría especial dentro de la Iglesia. La comunidad jerosoli­mitana se reúne en casa de María , madre de Juan Marcos (Hch 12,12)¿Será ella la dirigente de la oración? La criada, Rode, da al grupo la buena noti­cia de que Pedro ha sido liberado de la prisión; no la creen; luego aparece él y da instrucciones -narración en todo semejante a las historias de apari­ción del resucitado-(12,13-17). El primer convertido de la misión paulina en Europa es Lidia, en cuya casa también se reunirá la incipiente comunidad (Hch 16,15).

Del evangelista Felipe se nos dice que tenía cuatro hijas vírgenes que gozaban del don de profecía (Hch 21,9). La profecía es el carisma más rico de la Iglesia según la teología paulina, que el autor de Hechos puede cono­cer. Es claro que Lucas concede a la mujer un puesto relevante en la comuni­dad cristiana, es testigo y defensor de su función pastoral, y manifiesta que su iglesia está notablemente alejada de las concepciones y de la praxis del judaísmo.

3.3. La espiritualidad cristiana según Lucas

3.3.1. Seguimiento e imitación de Jesús

Cercano a Mc, y un poco alejado de Mt y Jn, el tercer evangelista pre­senta la figura de Jesús no principalmente como objeto de admiración o ado­ración, signo como aquel a quien el creyente debe seguir, apropiándose sus actitudes. El Jesús que camina hacia la muerte invita a todos a que renun­cien a sí mismo, tomen su cruz cada día y le sigan, a que pierdan la vida (y Lc ha introducido por cuenta propia el "todos" y "cada día", 9,23). A quien se ofrece a seguirle, Jesús no pone condiciones teóricas, sino que presenta el ejemplo personal:"el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza" (9,58). Los discípulos quieren aprender a orar porque han visto a Jesús orando (11,1).

Tras la Pascua, el Espíritu causará en los creyentes un comportamiento en consonancia con el de Jesús: la creación de una nueva comunidad, la aco­gida de los marginados, el perdón a los verdugos (Hch 7,60), la predicación acompañada de signos, la vida itinerante de algunos misioneros. El proceso de Pablo en Hechos se narra según el esquema de la pasión de Jesús.


3.3.2. Contemplación-escucha de la Palabra. Oración

El tercer evangelio es el que con más frecuencia presenta a Jesús orando (Lc 4,42; 9,18; 9,28; 10,21; 11,1;...23,46). También el libro de los Hechos presenta frecuentemente a los creyentes en oración (Hch 1,14.24; 2,42.47; 3,1; 4,24; 6,4; 9,11; 12,5;...). Incluso de no creyentes, como Cornelio (Hch 10,2) o el eunuco etíope (8,28), se nos dice que oran.

María la madre de Jesús es un ejemplo de interioridad, que reflexiona en su corazón sobre lo que en relación con su hijo se dice y se hace (Lc 2,19.51). Y, ante la alabanza que alguien le tributa por ser la madre de Je­sús, éste replica que la escucha de la Palabra de Dios es un motivo más fuerte (Lc 11,28). María,la hermana de Marta, es elogiada porque sabe "per­der el tiempo" a los pies de Jesús oyendo su Palabra (10,38ss.).

Como el resto del Nuevo Testamento, Lc entiende el Antiguo referido a Jesús y a la comunidad cristiana (Lc 24,25ss.; Hch 2,16ss.). Pero, además, presenta a la comunidad orando con textos bíblicos (Hch 4,24ss).

3.3.3. Compromiso eficaz con la realidad cotidiana

Pero este espíritu contemplativo de la comunidad lucana no la lleva en absoluto a la evasión o ausencia de compromiso concreto. Para Jesús es más importante curar al hombre de la mano seca (Lc 6,6ss.) o a la anciana encor­vada (13,16) que observar el reposo sabático. La escucha de la Palabra es en orden a "cumplirla"(11,28).

Esta contraposición entre religión mal entendida y amor concreto queda patente sobre todo en la parábola del Buen Samaritano (10,25ss.). Al sacer­dote y al levita la observancia de su pureza ritual les impidió acercarse al necesitado. Los seguidores de Jesús deben sentir de otro modo.

La nueva experiencia religiosa llevó a los creyentes a compartir sus bienes materiales (Hch 2,45; 4,32; 11,29ss.). Y Pedro y Juan, de camino hacia el lugar de oración (Hch 3,1), se preparan con la práctica de la mise­ricordia.

3.3.4. Pequeñez, providencia, gozo agradecido

Son tres conceptos y tres actitudes casi inseparables. La figura de María es programática: Dios ha mirado hacia su pequeña, y el alma de ésta se alegra en él. El Magnificat puede ser tanto el cántico de María como el de la comunidad cristiana. Los destinatarios del anuncio navideño son los pas­tores. Los llamados por Jesús: los pobres, ignorantes, pecadores marginados, mujeres, etc. Los destinatarios de la revelación del Padre son los pequeños (Lc 10,21); y Jesús se goza en ello.
La invitación constante que Jesús hace a los suyos es a ser el menor, el último, el servidor de todos (Lc 9,46ss; 14,11; 22,27). Quizá es la si­tuación de la comunidad la que lleva al evangelista a subrayar estas prefe­rencias, pero no parece que sea un mero "hacer de la necesidad virtud", sino la consecuencia de saber en manos de quién se está. Al "pequeño rebaño" ha querido el Padre dar el Reino; por lo cual tiene que vivir confiado, alegre, sin ansiedad (12,22-34). De la comunidad pascual se mencionará varias veces la alegría (Hch 2,46; 5,41; 11,23; 15,3).

3.3.5. Fermento en medio de una gran masa

A pesar de su insignificancia sociológica, la comunidad lucana se en­tiende como misionera, se sabe llamada a llevar a todos la buena noticia. Sólo en el tercer evangelio encontramos doble narración y discurso de envío (cap.9 y 10), de los doce y de los setenta y dos; se trata, sin duda, de una construcción teológica que manifiesta el doble panorama misionero: el pueblo judío (doce tribus) y la totalidad de las naciones paganas.

La actividad de Jesús en Israel y sus encuentros esporádicos con no israelitas o no judíos (samaritanos) son el preludio de la apertura misione­ra de la Iglesia. El segundo volumen de Lucas es la demostración de cómo la comunidad de Jesús ha sabido cumplir su misión hasta el presente, convir­tiéndose así en modelo para la comunidad lucana del presente y del futuro.





CLAVE CLARETIANA

EVANGELIZADOS POR LOS POBRES

En los propósitos de los ejercicios de 1860, el P. Claret apunta: "Para adelantar en la perfección se ha de tener devoción: 1) a la Sma. Tri­nidad; 2) a Jesucristo, Pasión y Sacramentos; 3) a María Santísima; 4) a los Stos. Patronos; 5) a los Stos. Angeles; 6) a las almas del Purgatorio; 7) a los pobres" (EA p.557). En los propósitos del año 1862 les dedica un día de la semana, el miércoles (cf. EA p.565).

En la Autobiografía, en el capítulo en que se refiere a la pobreza, después de ponderar cómo vivían Jesús y los Apóstoles, escribe: "Además, esta falta de recursos abate el orgullo, destierra la soberbia, abre paso a la santa humildad, dispone el corazón para recibir nuevas gracias y hace subir de un modo admirable a la perfección.... Cuando, al contrario, no practicando la pobreza, la gente no se salva y ellos (los evangelizadores) se condenan por codicia, como Judas. (Aut 371).

El capítulo de 1979 nos traduce este mensaje en un lenguaje más de nuestro tiempo: "esta preferencia (por una evangelización desde la perspec­tiva de los pobres y necesitados), vivida en profunda coherencia interior por haber profesado un Evangelio de pobreza, nos hace revisar criterios, actitudes, solidaridades, estructuras preferencias, instrumentos de aposto­lado y, sobre todo, el tenor de vida. Es una llamada insistente a una con­versión de la mentalidad y de los comportamientos. Comporta aceptar la fati­ga del trabajador, que nos pone codo a codo con los pobres, y vivir con ellos sus angustias, sufrimientos y esperanzas, sin olvidar que ellos nos evangelizan en cuanto nos hacen sintonizar más profundamente con el mensaje de Jesús" (MCH 176).

Estamos ante un rasgo muy importante de la espiritualidad claretiana, algo que marca profundamente la tarea evangelizadora del Fundador. Desde esta óptica hemos de releer el Evangelio de Lucas y dejar que su mensaje cuestione nuestras reticencias y fortalezca nuestros buenos propósitos. Una lectura, que nos lleve a conectar con la experiencia evangelizadora de Cla­ret y con el espíritu que la animaba, sólo será posible a partir de la so­lidaridad con los pobres. Nos lo recuerda el último Capítulo General: "La inserción entre las masas empobrecidas es un lugar privilegiado que nos permite leer y anunciar la Palabra en sus claves más interpelantes" (SP 20).




CLAVE SITUACIONAL

1. ¡Oh, Calcuta! Calcuta se acerca hoy a los 30 millones de habitantes. Hacinados, sofocados, aturdidos en medio del ruido, la miseria, los innume­rables vendedores y los fantasmagóricos coches, "rickshaws", autobuses sor­teando a velocidad increíble los más diversos obstáculos. Aquel día era domingo, y alguien bromeó: "Y de toda esta gente, la mayoría seguro que no ha oído misa". Eramos "minoría". Allí la virtud de la esperanza adquiere todo su sentido. Eramos una débil voz en el infinito mar de ruidos y confiá­bamos que algún día la semilla del Verbo fructificaría. Pensamos que quizá la solución no era gritar más, sino afinar mejor nuestros oídos. Allí mismo, en Calcuta, había mucho que escuchar. ¿Es la escucha la primera actitud ante la Palabra? ¿Es una escucha que prescinde de los condicionamientos sociocul­turales de masa?

2. Todo gratis. No cabe duda, lo gratuíto siempre está rodeado de pobres. Son los que no tienen con qué pagar. Pensemos ¿dónde está presente la gra­tuidad en nuestra vida, en nuestros criterios, en nuestras propuestas pasto­rales y de vida? El diccionario define la palabra gratis con "de gracia". Seguramente en el fondo es una consecuencia de la gracia. Donde hay gracia hay gratuidad y los pobres se hacen presentes. ¿No se merece el tema de la gratuidad una reflexión a fondo?

3. Tú y yo somos iguales, sobre todo yo. Nuestro interés, nuestra visión, nuestra opinión es lo que cuenta. Pero es desde Jesús desde donde se ve la realidad como es, y en Lucas está claro: los pobres, los oprimidos, los excluidos son el lugar de la salvación. El año de gracia del Señor, en el que todo se perdona y a todos se libera, ha llegado. ¿Cómo hacer que esto no suene hoy a vacío, a manido, a asumido, a domesticado? Sólo hay un camino: "experimentando los efectos de la pobreza". Allí nos encontraremos con los elegidos del Señor y, más aún, seremos uno de ellos. Pero ¿es cuestión de hacer sólo un "experimento"? ¿Hasta dónde podemos llegar?

4. Rescatar los evangelios. Hay lugares de pobreza donde la tarea fundamen­tal del pueblo cristiano es rescatar el sentido espiritual de los evange­lios. El pueblo pobre lee los evangelios para discernir la Palabra de ese Dios que se revela en medio de ellos, cercano y comprensible. Esta es la fuente donde el pueblo pobre alimenta con frecuencia su espiritualidad e inicia la transformación de su "status". Con frecuencia utiliza los textos evangélicos para comunicar esa misma experiencia. Esto es, sin duda, obra del Espíritu, presente entre ellos. Este es uno de los principales elementos del llamado potencial evangelizador de los pobres. Esta riqueza, que está ausente en muchos medios intelectuales y aun eclesiales, es la que hace que los textos escritos se hagan vida hoy y aquí. ¿Estamos dispuestos a empren­der también nosotros la tarea de rescatar el sentido espiritual de los evan­gelios? La lectura popular de la Biblia ¿no podría ser la respuesta a la frialdad con que es acogida muchas veces la Palabra?




CLAVE EXISTENCIAL

1. Los pequeños ¿son objeto de nuestras prioridades?, ¿son los débiles la fuente de nuestra satisfacción misionera? ¿En qué estamos siendo interpela­dos por los pobres?

2. ¿Qué fuerza de convocatoria tiene tu comunidad? ¿Podría invitarse a com­partir su estilo de vida a otras personas, especialmente jóvenes? ¿Funciona­ría lo del "venid y ved"?

3. En tu vida de oración personal y comunitaria ¿ha influido el proceso iniciado por el Proyecto Palabra-Misión?

4. Un signo claro de pertenencia al grupo del Maestro es la alegría, ¿te sientes alegre aun en medio de la pobreza y el dolor?



ENCUENTRO COMUNITARIO

1. Oración o canto inicial.

2. Lectura de la Palabra de Dios: Lc 12,22-34

3. Diálogo sobre el tema XII en sus distintas claves.
* Recordar lo que se ha indicado en el folleto PRESENTACIÓN acerca del encuentro comunitario.
* Tener presentes las preguntas formuladas dentro de las pistas que se ofrecen para las claves situacional y existencial.

4. Oración de acción de gracias o de intercesión.

5. Canto final

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