viernes, 19 de noviembre de 2010

Capítulo IV LA ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

[Antonio Orozco Delclós, Introducción a la Mariología]

La definición dogmática

El día 1 de noviembre de 1950, Pío Xll definía solemnemente un nuevo dogma de fe: «Pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado: que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste» ([1]). Asimismo el Concilio Ecuménico Vaticano II reiteró: «La Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo» ([2]). El Catecismo de la Iglesia Católica se expresa con términos idénticos: «La Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial y enaltecida por Dios como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los Señores y vencedor del pecado y de la muerte. La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos» ([3])

El sentido de la definición del dogma es claro: la Virgen María está no sólo con su alma, también con su cuerpo resucitado, junto a su Hijo, en el Cielo. Como sucede con el misterio de la Inmaculada, no se encuentra en la Sagrada Escritura una afirmación explícita de esta verdad, pero, la Bula Munificentissimus Deus enseña que «todas las razones y consideraciones de los Santos Padres y de los teólogos [sobre la Asunción] se apoyan como último fundamento en la Sagrada Escritura» [4].

Antes de entrar en los textos sagrados más significativos, aclaremos el significado de los términos que se utilizan en la definición dogmática.

La Sagrada Escritura, la Liturgia y la Teología usan la palabra «Asunción» para expresar acontecimientos diversos: la Ascensión del Señor, la Encarnación, la entrada del alma santa en el Cielo y, en fin, el traslado (paso o «pascua») de

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